Algunas notas sobre libertad, Estado y liberales

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En los medios de comunicación de la burguesía, cada día y a todas horas, aparecen personajillos que nos hablan permanentemente de la libertad. Vulgares lacayos del capitalismo a los que dichos medios de comunicación, mejor dicho, de manipulación de masas, les otorgan el halo de economistas, de pensadores, de intelectuales que emiten todo tipo de barbaridades para apuntalar ideológicamente al capitalismo monopolista de estado, la explotación del hombre y para arremeter y vilipendiar de manera permanente a la única alternativa real que existe al capitalismo: El socialismo como fase primaria hacia el comunismo.

Un ejemplo de este tipo de especímenes son los que siempre llevan en la boca el término ‘libertad’, y que se autodenominan ‘liberales’, al objeto de ‘ilustrar’ al pueblo que sin el dominio de los monopolios, sin la dictadura de la burguesía, que fuera de la formación socioeconómica capitalista la libertad es una quimera, y que la libertad, así en términos absolutos, únicamente es posible bajo lo que denominan ‘capitalismo puro’ o ‘economía de libre mercado’ donde el Estado no intervenga en nada en el aspecto económico, usando al Estado – en este caso al estado burgués – como chivo expiatorio para exculpar al sistema capitalista de su inviabilidad.

La hipocresía de estos personajes ‘liberales’ es manifiesta porque pretenden mostrarse como impugnadores del estado capitalista en aras de hacer prevalecer la ‘libertad individual’, pero les aplauden cuando éste arremete contra los trabajadores y favorece a la burguesía. Estos ‘liberales’, que no quieren injerencias en el terreno económico de su estado, ni de nadie, para imponer a sus anchas y con impunidad absoluta la explotación inmisericorde contra los trabajadores, son los primeros que exigen ‘seguridad jurídica’ para garantizar sus privilegios. ¡Eso son los ‘liberales’! que se les llena la boca hablando de libertad – para su clase social, para la burguesía –, y que critican de boquilla al estado burgués pero, en la práctica y en la teoría, lo defienden a ultranza, como por ejemplo hizo Juan Ramón Rallo en el periódico fascista ‘La Razón’ en abril de 2016, cuando salía en defensa de los paraísos fiscales argumentando que “un paraíso fiscal es una jurisdicción con bajos impuestos, alta seguridad jurídica y extrema protección de la privacidad de los ahorradores. (…) el ahorrador internacional desea proteger su propiedad y, en consecuencia, no se siente atraído por entornos con bajos tributos, pero con muy poca protección frente a otras formas de rapiña política (nacionalizaciones, confiscaciones, inflación, corrupción, etc). Justo por esta combinación de baja fiscalidad y elevada calidad institucional, aquellas economías que se convierten en paraísos fiscales tienden a atraer mucho capital global y a crecer a ritmos que más que duplican los del resto del planeta”. Ahí tenéis a un liberal defendiendo la necesidad del estado burgués que les proporcione impunidad absoluta económica y política, que le garantice todos los privilegios a la gran burguesía – eufemísticamente denominada por este sujeto como ‘ahorradores internacionales’. Y es que el capitalista, ya sea bajo la máscara liberal, socialdemócrata o fascista, todos ellos defensores del capitalismo e iguales de burgueses, necesitan el estado burgués para sostener su criminal sistema de pillaje, para sostener su sistema clasista basado en la explotación del hombre por el hombre, para mantener los privilegios de su clase social burguesa y someter a la clase obrera, al campesinado pobre e incluso a las capas de la pequeña burguesía.

Rallo, que se da golpes en el pecho enarbolando la bandera del liberalismo, que es la forma más cínica de capitalista, tiene un referente que, según él mismo señala, fue el que le convirtió en ‘economista’ y que no es otro que Ludwig Von Mises y su obra “La acción humana” tal y como reconoció en un artículo publicado en el reaccionario digital de Jiménez Losantos.

Hay que reconocer a Rallo que dicha obra muestra perfectamente lo que es un liberal, y la infinita hipocresía que atesoran. Von Mises, en dicha obra, nos muestra su visión del Estado y la necesidad de éste para la existencia de lo que él llama libertad: “Para que la sociedad y la civilización puedan establecerse y pervivir, preciso es adoptar medidas que impidan a los seres antisociales destruir todo eso que el género humano consiguió a lo largo del dilatado proceso que va desde la época Neanderthal hasta nuestros días. Con miras a mantener esa organización social, gracias a la cual el hombre evita ser tiranizado por sus semejantes de mayor fortaleza o habilidad, preciso es instaurar los correspondientes sistemas represivos de la actividad antisocial. La paz pública – es decir, la evitación de una perpetua lucha de todos contra todos- sólo es asequible si se monta un orden donde haya un ente que monopolice la violencia y que disponga de una organización de mando y coerción, la cual, sin embargo, sólo ha de poder operar cuando lo autoricen las correspondientes normas reglamentarias, es decir, las leyes (…) Lo que caracteriza a todo orden social es precisamente la existencia de esa institución autoritaria o impositiva que denominamos gobierno”.

Como se puede comprobar, Mises como burgués que es, pretende frenar las leyes del desarrollo histórico de las sociedades, de tal modo que la historia se acabe con el capitalismo. La historia nos demuestra que Mises miente, pues el estudio de ella nos señala que en la historia se van sucediendo las formaciones socioeconómicas – el régimen del comunismo primitivo, el esclavista, el feudal, el capitalista y el comunista – y que el paso de una a otra atiende a las contradicciones que se desarrollan en el interior de la vieja sociedad que conducen a su muerte, creando las bases para el nuevo régimen que será de orden superior económicamente engendrando también una sociedad más desarrollada. En la actualidad, la lucha de clases es una lucha descarnada entre el socialismo y el imperialismo que, objetivamente, supone un obstáculo para el desarrollo de la humanidad que ésta deberá sortear derrocando revolucionariamente a la burguesía para que se abra paso el desarrollo de la nueva formación socioeconómica, al igual que hizo el capitalismo con el feudalismo. Mises ubica al estado capitalista como el palo que la clase burguesa dispone para ponerle freno a la rueda de la historia y detener su desarrollo, su progreso histórico, sin embargo, bien saben los burgueses que la fuerza de la rueda de la historia, de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad humana, es infinitamente más fuerte que el más fuerte de los estados burgueses.

Vemos, pues, que los liberales, o liberales-libertarios como también se autodenominan, son firmes defensores del estado burgués, el cual, como expresa Von Mises, debe tener el monopolio de la violencia y la coerción, debe reprimir a todo aquél que cuestione el sistema de libre mercado, amparando todo ello en las leyes, leyes que, por otra parte, son realizadas por la misma burguesía – a través de sus partidos políticos – siendo  la expresión escrita de la voluntad de la clase burguesa al objeto de someter al proletariado. Por tanto, los propios liberales como Von Mises hacen cierta la definición de estado formulada por el marxismo como instrumento de opresión y sometimiento de una clase sobre otra, en el caso del estado burgués la opresión del proletariado por parte de la criminal burguesía, y profundiza todavía más, el estado burgués no sólo debe reprimir a todo aquél que cuestione al capitalismo, a la dictadura de la burguesía, dentro de sus propios límites, sino que debe ser militarista y someter por la fuerza de la guerra, de las armas, a todo aquél estado que cuestione el libre mercado, que en su silogismo es equivalente a la libertad, como Von Mises señala en “La acción humana”, siendo un ferviente partidario de la guerra imperialista: “(…) Quien ame la libertad ha de hallarse siempre dispuesto a luchar hasta la muerte contra aquéllos que sólo desean suprimirla (…) la misión fundamental del gobierno consiste en proteger el orden social no sólo contra los forajidos del interior, sino también contra los asaltantes de fuera. Quienes hoy se oponen al armamento y al servicio militar son cómplices, posiblemente sin ellos mismos advertirlo, de gentes que sólo aspiran a esclavizar al mundo entero. (…)”.

Sobre la libertad, Von Mises habla de ella en términos absolutos y a la vez la relativiza, desde el idealismo más absoluto, o como él mismo señala, desde la praxeología, que es la forma ‘refinada’ en que la Escuela Austriaca de Economía denomina a la lógica y al silogismo, que es su método de análisis concibiendo los fenómenos de manera metafísica, como claramente se ha podido comprobar anteriormente con la cuestión del estado y cómo vamos a analizar más adelante cuando Von Mises se refiere a la libertad.

Decimos que Von Mises habla de la libertad en términos absolutos, razonando de manera metafísica y estática, abrazando el idealismo, porque para él ésta es la capacidad del hombre, desde su individualidad, a “consideramos libre, desde un punto de vista praxeológico, al hombre cuando puede optar entre actuar de un modo o de otro, es decir, cuando puede personalmente determinar sus objetivos y elegir los medios que, al efecto, estime mejores”. Y puesto que el estudio de Von Mises, como el del resto de los capitalistas, para sostener dicho sistema económico no pueden emplear las  leyes universales de la dialéctica que rigen en el mundo, por su materialidad, puesto que quedaría totalmente desbaratado – como Marx ya hizo hace más de 150 años –  deben ir ‘inventando’ para sostener la inmensa mentira del sistema que defienden, no dudando en pasar a matizar la libertad, cuando Mises en “La acción humana” señala “(…) Bajo una economía de mercado, es decir, bajo una organización social de tipo laissez faire, existe una esfera dentro de la cual el hombre puede optar por actuar de un modo o de otro, sin temor a sanción alguna (…) Consideramos, consecuentemente, libre al hombre en el marco de la economía de mercado. Lo es, en efecto, toda vez que la intervención estatal no cercena su autonomía e independencia más allá de lo que ya lo estarían en virtud de insoslayables leyes praxeológicas. A lo único que, bajo tal organización, el ser humano renuncia es a vivir como un irracional”. Según Von Mises el hombre sólo puede ser libre en el marco de la economía de mercado, por tanto, Von Mises está señalando que el ser humano, antes de que el capitalismo llegara, jamás pudo ser libre y, además, según el propio Mises, bajo la economía de mercado organizada según él señala, “existe una esfera dentro de la cual el hombre puede optar por actuar de un modo o de otro, sin temor a sanción alguna (…)”, es decir, que dentro de su economía de mercado el ser humano tiene un pequeño margen para actuar en libertad, según las palabras del propio Von Mises.

Y es que no se puede hablar de libertad en términos absolutos, sino que la libertad va intrínsecamente relacionada con la necesidad y, por consiguiente, no existe la libertad absoluta, sino que la libertad es equivalente a actuar con conocimiento de causa, esto es, con conocimiento de las leyes que rigen el medio, conocimiento de la necesidad u objetivo, y aplicar los primeros de manera consciente para superar a la necesidad o conseguir cumplir el objetivo marcado. ¿Acaso puede considerarse libre o actuar en libertad de uno u otro modo desde la espontaneidad y el desconocimiento? Es evidente que no, aunque para Von Mises la libertad no va relacionada ni con el conocimiento de las leyes que rigen el medio ni tampoco con el objetivo, sino que para Mises la libertad es la capacidad de elección individual dentro del marco del capitalismo, y fuera de éste lo que existe es la irracionalidad.

¿Acaso era irracional el género humano cuando descubrió las leyes de la tierra, la agricultura, y comprendió que podían encontrar su sustento sin necesidad de ser nómadas buscando los diferentes humedales? Es evidente que no, más bien todo lo contrario, es un ejemplo de cómo el género humano actuó en libertad y se liberó de su vida nómada creando las primeras poblaciones sedentarias.

La libertad, por tanto, ni se puede expresar en términos absolutos, ni se ciñe a la fase capitalista. ¿puede actuar en libertad el ignorante? ¿puede actuar en libertad el alienado? ¿puede actuar en libertad el obrero dentro del capitalismo? Es evidente que la respuesta es no, mientras que el ignorante no se libere de su ignorancia, mientras que el alienado no se libere de la vida que lo aliena, y mientras que el obrero no se libere del sistema que lo explota y que le niega su autosuficiencia como consecuencia de estar despojado del control de los medios de producción. Por tanto, el obrero, tiene la necesidad objetiva de romper el capitalismo, de ser dueño de los medios de producción para poder ganar grados de libertad, pues, como el mundo es una permanente cadena de causas y efectos, es evidente que, una vez emancipado del yugo capitalista, el obrero tendrá nuevas necesidades y un mayor poso de conocimiento que le permitirán actuar con conocimiento de causa, actuar en libertad para superar dichas necesidades. Como puede apreciarse, mientras los marxistas analizamos los fenómenos en movimiento, tal y como son y como se desarrollan, los capitalistas extraen una fotografía de la realidad –atendiendo a su interés de clase – estudiándola de manera estática y aislada y, por tanto, abrazando el idealismo y despreciando el empleo del método científico, que es el método dialéctico.

El analizar los hechos con la lógica metafísica, o como los de la Escuela Austriaca de Economía señalan, mediante el empleo de “leyes praxeológicas”, conlleva a las falsedades más descaradas, como puede desprenderse de lo siguiente que dice Von Mises “De libertad sólo disfruta quien vive en una sociedad contractual. La cooperación social, bajo el signo de la propiedad privada de los medios de producción, implica que el individuo, dentro del ámbito del mercado, no se vea constreñido a obedecer ni a servir a ningún jerarca (…)”. ¿Desde cuándo en el capitalismo rige “la cooperación social”? En la sociedad burguesa se reproduce la contradicción que rige en la base económica, emanada de la propiedad privada sobre los medios de producción, que arroja una sociedad clasista con dos clases fundamentales cuyos intereses son antagónicos. El obrero, en el capitalismo, no es esclavo de un burgués, sino que es esclavo del conjunto de la clase burguesa, pues éste está obligado a vender su fuerza de trabajo a un burgués para poder subsistir. Así pues, en el capitalismo la relación entre obreros y patronos no es de colaboración sino de sometimiento del obrero al burgués.

Como puede apreciarse, los liberales o libertarios, cuando hablan de libertad, evidentemente, se refieren a la libertad de la burguesía, a la libertad de explotar con impunidad, a la libertad de saquear y reprimir. De tal modo que el propio Von Mises, lejos de refutar al marxismo-leninismo, lo reafirma, pues tal y como Lenin expresaba, en la sociedad clasista, absolutamente todo atiende y lleva detrás un interés de clase.

Hemos visto que Von Mises defiende abiertamente la dictadura de la burguesía, donde el Estado burgués tenga el monopolio de la violencia para reprimir a todo aquél que se oponga al capitalismo, al libre mercado, así como también defiende que el Estado no dude en enfrentarse contra otros estados que no sean capitalistas de tal modo que, en nombre de la defensa de la libertad que para él es la economía de mercado o capitalismo, “ha de hallarse siempre dispuesto a luchar hasta la muerte contra aquéllos que sólo desean suprimirla”, ergo Von Mises es un defensor de la guerra entre los pueblos al objeto de defender al capitalismo.

Von Mises subordina al ser humano al capitalismo, a los intereses de la burguesía. En consecuencia, Von Mises repudia por completo al humanismo en tanto que ubica al capitalismo por encima de la dignidad y el valor del hombre, subordina el derecho al libre desarrollo humano al libre mercado y a la explotación del hombre que generan desigualdad política y nacional, desigualdad entre el trabajo manual e intelectual, entre la ciudad y el campo, condenando a la humanidad a la incultura, a la alienación, en definitiva, a la miseria material y espiritual.

Von Mises señala en “La acción humana” que “Desde tiempos inmemoriales, Occidente ha valorado la libertad como el bien más precioso. La preeminencia occidental se basó, precisamente en esa su obsesiva pasión por la libertad, ideario social éste totalmente desconocido por los pueblos orientales. La filosofía social de Occidente es, en esencia, la filosofía de la libertad (…)” que, como se puede comprobar, trasluce su chovinismo y expresa su superioridad y desprecio hacia los pueblos orientales, en particular, y hacia todo aquél que cuestione el capitalismo en general.

Von Mises, en sus obras, realiza auténticos ejercicios revisionistas con los que falsea la historia sin pudor ni vergüenza, al objeto de satisfacer los intereses de la burguesía, y ahí está sus obras “La acción humana” o “El Socialismo” que lo atestiguan y donde, además, manifiesta abiertamente su anticomunismo voraz.

Como puede comprobarse, por todo lo relatado a lo largo del presente documento, no nos equivocamos si advertimos que los seguidores de la Escuela Austriaca de Economía, que se etiquetan como liberales y libertarios son, fundamentalmente, los ideólogos del fascismo.

 

F.Barjas

Secretario General del Partido Comunista Obrero Español




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