Cien años del final de la Primera Guerra Mundial ¡Socialismo o barbarie!

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Este domingo, 11 de noviembre, hemos podido comprobar cómo los medios de comunicación de los imperialistas de todo el mundo se hacían eco del siglo transcurrido desde la firma del Armisticio de Compiègne que puso fin a la Primera Guerra Mundial, poniendo el foco propagandístico en los fastos organizados por el estado francés, que actúa de anfitrión, y cuyo objetivo político no es otro que “relanzar” el proyecto imperialista europeo, vital para las aspiraciones imperialistas tanto de Alemania como de Francia y, de paso, hacer un ejercicio de revisionismo histórico al objeto de salvaguardar al imperialismo, empleando para ello la chapucera teoría aristotélica de la virtud, donde por un lado fija al nacionalismo en un extremo y lo que ellos denominan “totalitarismo” en otro, mostrando a las democracias burguesas como el lugar donde se halla la virtud y que pueden garantizar la paz y el progreso en el mundo.

Con todo el cinismo y la desvergüenza que únicamente atesoran los burgueses, Macron argumentaba todo ello y señalaba que “sólo hay un combate que vale, el combate de la paz, el combate de un mundo mejor” estando rodeado de socialdemócratas, monarcas parásitos y tiranos, así como vulgares criminales fascistas como Netanyahu, Trump o el propio Macron. El “combate de la paz y por un mundo mejor” de Macron es un despliegue de 30 mil militares en países como Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, Chad, Siria, Irak, Líbano, Somalia, Liberia, Costa de Marfil, Senegal, Gabón, Yibuti, etcétera, países a los que expolia.

Eran liberales, republicanos, monárquicos, demócratas, laicos, luteranos, socialdemócratas, cristianos ortodoxos, en definitiva, burgueses al servicio de los monopolios, como hoy lo son Macron o Merkel, los que desencadenaron y desarrollaron la Primera Guerra Mundial y, por consiguiente, los responsables de las decenas de millones de muertos y mutilados que dejó dicha guerra imperialista.

Porque la I Guerra Mundial fue una guerra imperialista, una guerra que hundía sus raíces en la necesidad de un reparto del mundo, ya repartido, diferente ante el empuje de potencias imperialistas, en aquellos momentos emergentes, como Alemania o Italia. Lenin, magistralmente en “El Socialismo y la Guerra” nos señalaba al respecto de la Primera Guerra Mundial lo siguiente: “Casi todo el mundo reconoce que la guerra actual es una guerra imperialista (…) El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo, fase a la que sólo ha llegado en el siglo XX. El capitalismo comenzó a sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados nacionales, sin la formación de los cuales no habría podido derrocar al feudalismo. El capitalismo ha llevado la concentración a tal punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre está repartido entre estos “potentados del capital”, bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras para realizar en ellas inversiones de capital y llevarse sus materias primas, etc. De liberador de naciones, como lo fue en su lucha contra el feudalismo, el capitalismo se ha convertido, en su fase imperialista, en el más grande opresor de naciones. El capitalismo, progresista en otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las «grandes» potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional”.

Desgraciadamente, la foto realizada por Lenin sobre el porqué de dicha primera conflagración Mundial iniciada en 1914 es muy similar a la actual, si bien hoy el imperialismo es todavía más parásito y está todavía más corrompido, pues su descomposición es aún mayor que la de hace un siglo. Los despliegues militares imperialistas hoy, como por ejemplo el que hemos señalado de Francia, por no hablar del estadounidense, que tiene fuerzas militares desplegadas en 149 países de todo el mundo, así como los ingentes gastos militares de las potencias imperialistas, son el mejor testimonio de que esas potencias imperialistas, responsables de la Guerra Mundial iniciada en 1914, siguen constituyendo hoy la mayor amenaza para la vida de la humanidad.

La Primera Guerra Mundial también conllevó la primera revolución proletaria triunfante, la gloriosa Revolución Socialista de Octubre de 1917 que dio lugar al primer estado socialista, la URSS. Este hecho fijó la contradicción fundamental que rige en el mundo, la existente entre el imperialismo – dictadura de los monopolios – y el socialismo, contradicción que rige aún hoy y que abrió la fase de Crisis General del Capitalismo, con la que surgió el fascismo.

Los canallas burgueses que desencadenaron la Primera Guerra Mundial que provocó decenas de millones de muertos y de mutilados, son la referencia de sus homólogos de hoy, como por ejemplo es el caso de Macron. Aquellos canallas burgueses, “demócratas”, apelaban al veneno ideológico burgués para argumentar y sostener la Guerra, apelaban al patriotismo burgués, al chovinismo, al nacionalismo. Sin embargo, hoy, Macron, denominado “el presidente de los ricos”, representante de la élite y hombre de monopolios como la banca Rothschild o Nestlé, que hace una semana reconocía la figura de Petàin, ha arremetido contra el nacionalismo. ¿Por qué lo hace? Es evidente; la descomposición de la UE, que es el proyecto de los imperialistas europeos, tiene en el nacionalismo un elemento, burgués por supuesto, que lo debilita. En el estado español, la no resolución de la cuestión nacional en Galicia, Euskadi o Cataluña implica un debilitamiento de un estado miembro. La propia Francia vio como el pasado sábado, en Perpiñán, hubo una manifestación multitudinaria exigiendo la catalanidad del Rosellón, por no hablar de la cuestión de Iparralde o de Córcega. Y es que Macron es un chovinista, un fundamentalista de la “democracia liberal”, del “modelo europeo”, que no es otra cosa que el sojuzgamiento a sangre y fuego del mundo, una criatura política genuina de los monopolios que sólo es viable en un proceso de descomposición política brutal como a la que el imperialismo ha llevado a Francia.

Siguiendo los pasos del corrupto Sarkozy, el que iba a refundar sobre bases éticas el capitalismo, Macron pretende erigirse en el máximo defensor del proyecto imperialista europeo. Sin embargo, su charlatanería, su ejercicio de revisionismo histórico, choca no sólo con la verdad histórica, sino fundamentalmente con la realidad económica, que no es otra que la contradicción antagónica entre la producción y el consumo existente en el sistema capitalista; los monopolios para mantener y ampliar los márgenes de ganancia pretenden lograrlo ampliando la producción y acumulando más capital, más plusvalor, por la vía de la reducción de las condiciones de vida de los trabajadores a través de infames reformas laborales, implicando una reducción del consumo por parte de la mayoría del pueblo que son las masas proletarias; de tal modo que la burguesía únicamente puede superar dicha contradicción apoderándose de mercados exteriores, implicando esta lucha por la conquista de los mismos los conflictos interimperialistas que desencadenan guerras mundiales. Esa es la lógica del capitalismo en su fase de putrefacción actual, en su fase imperialista, siendo esa la razón fundamental por la que Francia tiene 30 mil militares desplegados allende sus fronteras, oprimiendo y saqueando a países de África o Asia.

El representante de los monopolios Macron, defiende la agrupación imperialista europea, la UE, pues sabe que el reparto del mundo bajo su sistema, el imperialismo, atiende a la fortaleza económica y bélica de ésta y no en base a ningún otro principio democrático. Los imperialistas modelan la base y la superestructura para perpetuar en el tiempo el dominio de los monopolios y, con ellos, el proceso de concentración; esa modelación se desarrolla vía crisis y vía guerras donde sojuzgan a los Pueblos del Mundo. Lenin, en “Imperialismo fase superior del capitalismo, nos muestra claramente, por decirlo así, ese principio inductivo del imperialismoLas alianzas pacíficas preparan las guerras y, a su vez, surgen del seno de la guerra, condicionándose mutuamente, engendrando una sucesión de formas de lucha pacífica y no pacífica sobre una y la misma base de relaciones imperialistas y de relaciones recíprocas entre la economía y la política mundiales, de tal modo que la guerra no sólo es inherente al imperialismo, sino que la guerra es su motor. Es por ello que, los mandatarios que ayer acompañaban a Macron en tan hipócrita evento hablando de paz, son los responsables de la miseria y de los conflictos bélicos existentes en el mundo donde se desarrolla la batalla entre dichas potencias imperialistas que se irán agudizando hasta que nos aboquen, nuevamente, a una Guerra Mundial.

Sólo podrá existir paz en el mundo cuando los explotados, los oprimidos, los parias del mundo nos zafemos del yugo imperialista impuesto por los monopolios y sus esbirros como, por ejemplo, Macron. La única alternativa que tienen los pueblos trabajadores del mundo, el proletariado, es la revolución socialista para romper las cadenas de la explotación y de la miseria a la que nos conduce el imperialismo, sus potencias y sus monopolios. Todas las potencias imperialistas, y la basura oportunista que crean, como consecuencia de la acumulación máxima de capital por parte de los monopolios que les permite sobornar a la corrompida aristocracia obrera y demás escoria, son enemigos jurados del proletariado mundial y deben ser barridos y lanzados al estercolero de la historia. La cuestión está en los términos expresados por Lenin, “a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las «grandes» potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional”.

 

 

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

 

Madrid, 12 de noviembre de 2018.

 

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)




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