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La ofensiva de la OTAN y la crisis del sistema

Tras la caída de la Unión Soviética, el imperialismo y los ideólogos burgueses no tardaron en anunciar que la victoria estadounidense en la Guerra Fría y la desaparición del socialismo real significaba, por un lado, que se había alcanzado el final de la historia (Fukuyama, 1992) y, por el otro, que el modo de producción capitalista y la propiedad privada representaban dos elementos propios de la naturaleza humana.

No obstante, con la crisis global que atraviesa al capitalismo desde 2007, la desaparición del sistema actual puede sentirse hoy día hasta en Wall Street, puesto que marcó el punto de inflexión del inminente declive de los Estados Unidos como potencia hegemónica:

«El capitalismo como sistema global atraviesa la peor y más amenazante crisis en la historia de su mundialización […]. Justo porque integra dentro de sí la mundialización de la pobreza y la polarización de la desigualdad, la crisis alimentaria global y la crisis ambiental mundializada con su trend secular; sin dejar de contender la mayor crisis cíclica de sobreacumulación y sobrefinancimiento»[i].

Por primera vez, los ideólogos neoliberales visualizan la tendencia al derrumbe del capitalismo e incluso los más reaccionarios de sus filas descubren atemorizados como laissez faire, laissez passer no va a traer ninguna solución a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la mundialización de la sobreexplotación laboral, la persistencia de la pobreza y la crisis ambiental mundializada, por lo que sólo les queda la lucha ideológica ante el completo fraude que suponen sus postulados políticos y económicos. Hoy, ni si quiera los teóricos y defensores más atrevidos del capitalismo se aventurarían ahora a afirmar que los mercados son capaces de resolverlo todo.

Con la guerra en Ucrania estamos asistiendo a una ofensiva propagandística e ideológica sin precedentes, donde cada día los medios de comunicación encumbran a batallones neonazis como Azov, al podrido Estado ucraniano y al criminal Zelenski a la altura de mártir de la paz. No obstante, están obligados a impulsar la mayor alienación y embrutecimiento entre las amplias masas proletarias por el miedo de la oligarquía mundial a que su religión, que es el propio capitalismo, se caiga en pedazos.

Es por ello que Estados Unidos seguirá profundizando en sus relaciones con los regímenes genocidas de Marruecos e Israel, continuará su ofensiva territorial hacia el Este de Europa con la adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia, continuará aumentando su techo de gasto para nutrir el complejo industrial estadounidense y, más pronto que tarde, utilizará a Taiwán contra China de la misma manera que emplea hoy a Ucrania contra Rusia, como Estado-peón en su guerra indirecta en la lucha por la hegemonía imperialista.

La desaparición del capitalismo es para los ideólogos neoliberales una especie de trágico evento natural, como una desafortunada catástrofe. Contrario a esto, el marxismo-leninismo supo demostrar el carácter histórico y transitorio de este modo de producción, el cual ha imperado con hegemonía y violencia en la mayoría de los Estados contemporáneos, pero que no deja de ser un elemento del devenir histórico sin relación directa con la naturaleza humana.

Ante eso, los imperialistas no dudan en apostarlo todo a la guerra por la consecución de un nuevo reparto de un mundo ya repartido, por continuar con la dinámica de acumulación y concentración de capital, puesto que para los imperialistas las crisis y las guerras no son ninguna desgracia, sino elementos que sirven para que este sistema criminal e inhumano se reconfigure. Mientras que hay un estancamiento general del modo de producción capitalista, la concentración y acumulación de riqueza avanza, creando una especie de oligarquía global donde compañías como Google, Amazon o Facebook acumulan fortunas inimaginables.

La grandeza de los padres del socialismo científico, de Karl Marx y Friedrich Engels, radica en haber encontrado en la lucha de clases la fuerza motriz de la historia humana y en descubrir el papel de la dictadura del proletariado como el instrumento imprescindible para aplastar a la burguesía y, a su vez, llevar a cabo la formación y el desarrollo de una sociedad superior, el socialismo.

Únicamente con la victoria del proletariado y con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción se eliminará el yugo del imperialismo que oprime mediante la guerra y la explotación al proletariado mundial y a todos los pueblos del mundo. Hoy, el socialismo es, por un lado, una necesidad, pero es también una realidad objetiva.

Las fuerzas agonizantes del capitalismo se aferran a la vida y será el proletariado, por medio de la revolución socialista, quien se encargará más pronto que tarde en darle muerte e iniciar el periodo de transición del capitalismo al socialismo.

 

¡ABAJO EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS!

¡ES EL MOMENTO DE LOS COMUNISTAS! 

Madrid, 24 de mayo de 2022

SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

 

[i] Arizmendi, L. (2019). El debate global sobre la Crítica de la Economía Política en el siglo XXI, pp. 546-547.