¡Viva la URSS!

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Una ojeada rápida por el mundo revolucionario nos ofrece una perspectiva desalentadora. Acaba de celebrarse el 99 Aniversario de la Revolución de Octubre y, como en tantas otras ocasiones, la rutina y el pesimismo, pese a los esfuerzos por querer demostrar lo contrario, se adueñan de las páginas de la mayoría de las organizaciones que se reclaman del marxismo-leninismo en el mundo a la hora de conmemorar el acontecimiento humano más importante de todos los tiempos. El complejo de derrota todavía hace mella y su transmisión al exterior es nefasta, pues no resulta atractiva para las clases trabajadoras, en tanto que nuestros enemigos aún heridos de extrema gravedad se yerguen con aires de superioridad.

Nuestras debilidades son bien utilizadas por nuestros enemigos de clase y, también, por sus voceros que coinciden en que la Revolución de Octubre es una página desquiciada y lamentable que hay que borrar de la historia o, en su defecto, emborronar.

Imperialismo y oportunismo, unidos por fuertes lazos de amistad y objetivos, se han puesto de acuerdo para que nuestra nostalgia, pues esa es la sensación que damos, desaparezca de una vez y por todas. La consigna, más que minimizar la gesta socialista, consiste en demostrar que la URSS fue un fracaso, cuando la verdad es que no solo no fue un fracaso, sino que fue una bella realidad muy superior a la del capitalismo. Efectivamente, la URSS demostró que el socialismo, aún en construcción, es superior al capitalismo.

Esto lo saben tanto los imperialistas, como también los nuevos falsos revolucionarios, por esa razón tratan de descentrar la atención de las clases trabajadoras con investigaciones pseudocientíficas.

Solo bastaría pararse un instante para darse cuenta que en las investigaciones que se llevan a cabo por parte de la nueva, y no tan nueva, generación de filósofos, economistas, politólogos de Europa y América Latina, existe un acuerdo tácito con las elucubraciones burguesas: dar luz y salida a las circunstancias que concurren hoy con las ideas y doctrinas formuladas sobre la base de los errores de los líderes soviéticos, que dada “su rigidez y su manera vulgar de entender el marxismo, llevaron a la URSS al colapso y a su irremediable desaparición”. Eso sí, casi todos, salvo excepciones como Monereo que directamente pide que se cuestione el marxismo como ideología dominante de las clases trabajadoras, tratan de salvar la figura de Lenin soslayándola y, por supuesto, como ya es tradicional, no falta la irrefrenable y odiosa condena a Stalin haciéndose eco de la propaganda capitalista más reaccionaria. De esta manera, Trotsky, Gramsci, Lukács, y otros, salen a flote como leninistas y portadores de las soluciones que exige la situación actual. Nosotros nos preguntamos entonces ¿por qué no Lenin, siendo el hermano mayor? Por la sencilla razón de que conforme se utiliza a los Trotsky y compañía, se va relegando la figura de Lenin a la oscuridad, no se le ataca pero se le ignora, se le niega con sus contrarios y de esta manera la historia de la URSS se vacía de contenido, con la intención de que no proyecte ninguna atracción sobre la juventud actual.

La historia nos dice que la producción burguesa tiene más de quinientos años de existencia. Su larga vida está llena de guerras coloniales e imperiales, de asesinatos masivos de trabajadores, de destrucción de pueblos y naciones para rapiñarle sus riquezas. El capitalismo ha esquilmado bosques, ha destruido hábitats y pueblos indígenas y ha iniciado la carrera armamentista que pone en peligro a la humanidad. Esto, y mucho más, solo para hacer ostensión de treinta años de llamado “estado de bienestar” que ni siquiera ha sido capaz de universalizar a toda la población de un país. Un estado de bienestar impuesto por la necesidad de romper las influencias que la URSS ejercía sobre el proletariado de los países más avanzados a través de sus logros.

El proletariado ruso accedió al poder con un déficit cultural absoluto que le impedía ejercer la democracia proletaria, como denunció Lenin. El mismo Lenin tuvo que establecer el capitalismo de Estado para desarrollar las fuerzas productivas, que duró siete años, mientras se sucedía la intervención extranjera. La URSS tuvo que soportar en sus entrañas una serie de vicisitudes como la Segunda Guerra Mundial que deparó la muerte de 27 millones de soviéticos.

Pese a todo los soviéticos, liderados por el camarada Stalin, no solo se repusieron de las calamidades, incluyendo la gran hambruna, sino que en poco menos de dos décadas se situaron a la altura de los EE.UU, que no había sufrido en su seno las consecuencias de la Gran Guerra. Stalin frenó a los fascistas alemanes y le dio vida al pueblo soviético en dicha situación. El socialismo aún no se había desarrollado y ya la URSS – sin expoliar las riquezas de otros países, por el contrario prestando ayuda de todo tipo a los Movimientos de Liberación Nacional – se equiparaba en muchos casos con los EE.UU y, en otros, los superó como en la carrera por la “conquista del espacio”.

El socialismo en menos de medio siglo fue superior al capitalismo con una existencia de quinientos años. Esta es la realidad que se oculta adrede. Por supuesto que los comunistas tenemos, y lo hacemos, que analizar los errores y las actitudes obligadas, pero siempre partiendo y declarando que el SOCIALISMO es, y fue, superior al capitalismo.

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)




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