De Madrid a Atenas, pasando por París o Berlín; imperialismo o socialismo
Vivimos una ofensiva total del capital putrefacto frente al trabajo, una lucha de clases descarnada entre un puñado de oligarcas -sustentados por sus respectivos Estados e instituciones supraestatales- frente a millones de trabajadores que sólo en la venta de su fuerza de trabajo pueden hallar su supervivencia. La huelga general del pasado jueves en Francia ha vuelto a poner de manifiesto esta realidad inobjetable, una realidad que se repite e impone en todos los Estados miembros de una UE que cada día que pasa muestra más a las claras su auténtico y único papel histórico; funcionar como centro de mando político del imperialismo, dónde sus brazos ejecutores -BCE, CE o FMI-, ejecutan con disciplina férrea las órdenes emanadas de los monopolios industriales y financieros.
Es evidente que la clase dominante, consciente de las contradicciones irresolubles por las que se arrastra este capitalismo caduco, tiene sus particulares recetas y sus poderosos medios para mantener e incrementar sus beneficios, siempre a costa del sudor y la sangre de la clase obrera y clases populares. Lo vemos día a día en España, en Grecia, en Italia o Portugal, pero también en Alemania, Suecia o la misma Francia. Saben bien que la crisis del capitalismo es general e inevitable, que ante la inexistencia de vías intermedias ya sólo les queda incrementar hasta grados insostenibles la explotación y la opresión sobre la clase trabajadora para expandir sus monstruosos beneficios. De ahí que, no por casualidad, las recetas de la criminal troika se repitan en todas las capitales europeas, aplicadas por los obedientes Gobiernos nacionales, importando poco si éstos son de “izquierda, derecha o centro, viejos o nuevos”. Los ataques al proletariado francés, son un burdo calco al ya acometido contra el español o griego. Lo único que cambian son los tiempos y la intensidad, pues la ley del desarrollo desigual de los países sigue rigiendo.
Ahí tenemos la ofensiva sobre el salario de millones de trabajadores en forma de “reformas laborales”, eufemismo que no tiene otro objetivo que la destrucción de derechos conquistados tras largas luchas obreras, la precarización de las condiciones laborales, reducción de salarios y abaratamiento de despidos, llevando a la sumisión total del movimiento obrero y sindical. En definitiva, el incremento de la explotación dictada por el capital monopolista, combinado al brutal aumento de la represión por parte de los respectivos Estados burgueses. Porqué a la ofensiva general contra el salario directo de la clase obrera, la oligarquía europea –sedienta de beneficios-, le suma el ataque frontal a los propios sistemas de reproducción de la fuerza de trabajo en el capitalismo, también arrancados tras largas décadas de lucha. La degradación y privatización de los sistemas públicos de sanidad o educación, no representan otra cosa que la apertura de nuevos y más jugosos negocios para los monopolios a costa, también, del salario indirecto del trabajador.
El capitalismo monopolista de Estado representa la sumisión absoluta del Estado burgués a los monopolios, la compenetración cada vez más completa del Estado y de los monopolios y por tanto la consolidación política de la dictadura de los monopolistas más poderosos. Basta echar un vistazo a las relaciones de propiedad actuales, para comprobar cómo apenas 737 accionistas controlan hoy el 80% del valor de las más de 43.000 compañías multinacionales, o que 146 de éstos oligarcas son capaces de controlar más del 40% del valor total de estos monopolios. En cualquier rincón de la Europa actual puede palparse hoy el poder absoluto de las corporaciones monopolistas, de los bancos y de la oligarquía financiera, el impacto de unas relaciones de producción capitalistas en su etapa senil que conducen al pueblo trabajador a la sumisión y la miseria. El imperialismo, por más que se empeñe en ocultar su dictadura, no puede más que mostrar hoy toda su esencia criminal ante millones de trabajadores.
Ayer Lisboa, hoy París o mañana de nuevo Atenas muestran, en definitiva, los límites históricos a los que ha llegado el régimen capitalista y el conjunto de la superestructura política que lo acompaña, la irrefrenable rapiña de los monopolios en su carrera por obtener mayores beneficios, el carácter antiobrero y antipopular de esos lobos financieros agrupados en la UE, el fin de las etapas intermedias, la constatación que la democracia burguesa no es más que la mascarada perfecta para encubrir una criminal dictadura de clase. Y a la vez la inobjetable realidad de que por más podrido que se encuentre este régimen, no caerá jamás sin el combate organizado de su antagonismo histórico. Hoy lo que queda meridianamente claro es que sólo quedan dos vías; la de seguir bajo el yugo de la esclavitud asalariada –imperialismo-, o la de tomar conciencia de nuestra situación y caminar firmes hacia nuestra emancipación completa como clase dominada –socialismo-.
Ante las consecuencias de este régimen agotado que sólo oferta explotación, desempleo, represión, terrorismo y guerras de rapiña, el Partido Comunista Obrero Español considera una prioridad impostergable organizar la revolución socialista, y ello implica que los comunistas tomemos la vanguardia en los centros de trabajo y barrios, en el movimiento obrero y popular y en la reconstrucción del sindicalismo de clase. Sólo sobre ese pilar maestro, los de una política de masas encaminada a la ruptura revolucionaria, podrá avanzar con firmeza el pueblo trabajador hacia su emancipación. Sólo sobre esos cimientos será posible la vital reconstrucción del Movimiento Comunista Internacional. Sólo sobre esa base será posible expropiar a la oligarquía, socializar los monopolios y planificar la economía poniéndola al servicio del género humano, destruyendo por completo al Estado burgués e implantando la dictadura más férrea sobre los monopolistas y la democracia más amplia para la clase trabajadora y clases populares.
Son tiempos de asumir con entereza la única vía posible; la toma de poder por parte de la clase trabajadora y la lucha sin tregua por el socialismo.
E. Barbeito – Secretario de Relaciones Internacionales del Comité Central del PCOE