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Sobre cómo descuartiza Procavi de Marchena a sus trabajadores

Empresas y fábricas son hoy campos de concentración para los trabajadores. En concreto, a la fábrica de producción de carne de pavo Procavi, del Grupo Fuertes (el Pozo), se la conoce como el “corredor de la muerte”, por los ritmos infernales a los que someten a los operarios de la cadena. Unos ritmos que los dueños pretenden aumentar cada vez más, y además con menos personal. Es por eso que cada cierto tiempo quiere deshacerse de grupos enteros de trabajadores, con la facilidad que le da tirar de las subcontratas para cada eslabón de la cadena de producción.

Las subcontratas permiten además fraccionar las luchas de los trabajadores dividiendo (aparentemente) sus intereses. Hay subcontratas para despiece, mantenimiento y limpieza, envasado, y matadero. Cada subcontrata tiene su comité de empresa que pelea por separado. La empresa concede algo a un comité y lo calla.

La empresa también extorsiona a los trabajadores con sus contratos temporales y precarios de tal manera que agoten los subsidios de desempleo y estén aún más sometidos por no tener ya ningún colchón. Se encadenan contratos basura durante años alternando con meses en paro, así se aseguran de que agoten los subsidios y se queden sin recursos, quedando totalmente sometido a la dictadura del patrón.

Esta es la dinámica general no sólo en este país sino a nivel mundial.

Según un informe de la ONG Oxfam, basado en decenas de entrevistas con trabajadores de la industria avícola de EE.UU. realizadas entre 2013 y 2016, las condiciones diarias de trabajo de miles de empleados en el sector suponen incluso una amenaza para sus vidas:

«Los trabajadores enfrentan dificultades para satisfacer sus necesidades humanas básicas. Orinan y defecan mientras están de pie en la línea de producción, usan pañales, restringen peligrosamente la ingesta de líquidos, tienen que soportar dolor y malestar mientras se preocupan por su salud y la seguridad laboral. Y no es solo su dignidad lo que sufre, sino que también corren el riesgo de padecer problemas de salud graves», denuncia el informe.

Algo parecido a lo que ocurre en el matadero de cerdos Le Porc Gourmet, del Grupo Jorge que opera en Catalunya. Sueldos bajos, despidos injustificados y sin indemnización alguna, y jornadas maratonianas e ininterrumpidas que han provocado imágenes tan infames como las de aquellos empleados que se han visto obligados a orinarse encima o al lado de la cadena de producción porque el encargado no les ha permitido ir al lavabo.

Lo absurdo de todo esto es que conforme más avanza la tecnología y la automatización de la producción, mejor deberíamos vivir los trabajadores, pues nos deberían librar del trabajo rutinario y pesado de las cadenas de producción. Es decir, deberíamos vivir de las abundancias que producen estás maquinarias y no estar abocados unos al desesperante desempleo y otros a ritmos infernales de producción que nos pueden costar la vida o sufrir graves accidentes, como pasó al compañero de Procavi que resbaló y perdió un ojo en mayo de 2018.

Que las fábricas, las maquinarias, las naves, las empresas, las tierras, las minas… tengan dueño, significa que las riquezas se las apropie el dueño, que el dueño decida quién, cuánto y en qué condiciones realizamos nuestro trabajo. El dueño tiene un solo fin: su enriquecimiento. Y cada empresario compite con los otros empresarios por rebajar el coste de mano de obra para conquistar el mercado. Ya vemos que a Procavi no le es bastante el 52% del mercado español. Quieren más. Siempre quieren más. Y para ello no le importa sacrificar las vidas de miles de obreros que levantan su empresa cada día.

Por tanto, la solución para acabar con las terribles condiciones a las que nos llevan los sanguinarios amos de las fábricas y las empresas es ponerlas en manos de toda la clase obrera, que es quien las levanta cada día durante años y años, con su sangre y sudor. En manos de toda la clase obrera podremos planificar la producción en nuestro beneficio, producir lo que necesitamos y en las condiciones que nosotros decidamos.

No necesitamos parásitos que no producen nada, que se apropian de nuestro trabajo y que nos imponen una dictadura criminal dentro y fuera de las empresas. Pues son los empresarios y banqueros, además, los que imponen a sus títeres políticos para que no tengamos derecho a una sanidad y educación de verdad gratuitas de calidad, que cubran todas nuestras necesidades, ni derecho a la cultura, ni al deporte, ni a un desarrollo humano completo y en paz.

Hay que acabar con la división que nos imponen desde arriba. Los comités de empresa y los delegados de personal han de unirse, no sólo en Procavi, sino en cada sector de la economía, con el objetivo de tomar el control de toda la producción, tomando así la dirección de la economía del país y por tanto de la sociedad.

Hace falta unirlos también al resto de capas populares como estudiantes y pensionistas, para que todas las luchas que se hacen contra las leyes injustas que nos imponen empresarios, banqueros y terratenientes se fundan en una lucha común para acabar con esta dictadura inhumana al servicio del capital.

 

 

Por la construcción del Frente Único del Pueblo

Por el fin de la explotación y la miseria

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Comité Provincial del Partido Comunista Obrero Español (P.C.O.E.) en Sevilla