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El caso Pegasus: otro ejemplo de cómo la democracia es una farsa

A partir de mayo de 2013, Edward Snowden, trabajador hasta entonces de la NSA, filtraría desde Hong Kong diversas pruebas que demostraban el estado de vigilancia continuo al que los Estados Unidos de América tenían no sólo a la población americana, sino también a cargos políticos, celebridades y medios de comunicación a lo largo y ancho del globo terráqueo. Diferentes organizaciones de inteligencia de varios países en colaboración con la inteligencia yanki fueron también señaladas y el espionaje de los gobiernos hacia la población civil pasó de ser una suposición a un hecho.

La noticia fue, sin duda, un jarro de agua fría para la administración de Obama, pero rápidamente el complejo entramado de monopolistas y sus medios de comunicación se pusieron manos a la obra para desviar la atención del mundo hacia otros derroteros, quedando así la acción de Snowden en el recuerdo de muy poca gente. Sin embargo, estos hechos daban otro punto a favor al marxismo-leninismo una vez más, quedando más que claro que el imperialismo necesita del control hasta de sus propios empresarios porque conoce que el sistema capitalista tiene fecha de caducidad. Es decir, que cuando los comunistas decimos de los monopolios que sólo pueden ralentizar el giro de la historia, pero que nunca podrán pararla, no estamos más que diciendo una verdad absoluta.

El 19 de abril de 2022 conocíamos que entre 2017 y 2020 fueron 63 los políticos independentistas rastreados por una aplicación comercial llamada Pegasus. A medida que iban pasando los días, también se dio a conocer que otras personalidades políticas del Estado Español como el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska también habían sido víctimas de dicho programa.

No es casualidad que el Estado más débil de la Unión Europea, no sólo en términos económicos sino también en términos políticos, bajando de posición en el ranking del periódico burgués The Economist de democracia plena a democracia defectuosa, sea investigado y espiado de forma externa por otros países puesto que si hay un eslabón débil en la cadena imperialista, más probabilidades hay de una exacerbación de las contradicciones entre clases y de una posible revolución en el seno europeo. De hecho, no debería ni sorprendernos que cuando las marionetas de la burguesía hablan de “repensar la Unión Europea” en realidad se refieran en profundizar en el fascismo.

La crisis completamente estructural y las deudas impagables son una enfermedad que a los monopolios les causa una gran paranoia tanto con sus propios esbirros como con la población trabajadora. Aquí entra el concepto de “computadora zombi”, es decir, de ordenadores que han sido infectados por un virus informático para el potencial control del dispositivo por parte de un tercero. A finales de la década de los 2000 se inició una investigación de computadoras que llevó a la conclusión que el 59% de ellas tenían la condición de zombi. De esta forma, la represión hacia los trabajadores puede adquirir formas variopintas e ilimitadas.

El programa Pegasus, el cual ha infectado a más personalidades conocidas como Emmanuel Macrón, Mohamed VI o incluso Jeff Bezos, además de estar al alcance de muy pocos (actualmente, casi 50.000€ por dispositivo intervenido), no es el único programa que tiene estas características. Existen programas más caros y sofisticados como Candiru, cuya procedencia es del todo opaca y permite tener un control mucho mayor de la víctima. Los monopolios manejan una serie de herramientas que dan más fuerza todavía a los argumentos que los comunistas esgrimimos cuando acusamos a las elecciones burguesas como farsas electorales. Las instituciones están más que capadas y controladas por los monopolios; cualquiera que se salga del plan del imperialismo yanki será espiado, perseguido y, si es necesario, apartado de cualquier forma.

Llegados a este punto, el lector puede llegar a pensar que el dominio que tiene la clase poseedora burguesa es infinito y que su derrocamiento hoy día, por muchos datos económicos que demuestren su caducidad, es algo imposible. Camaradas, todo lo contrario.

En primer lugar, debemos de ser conscientes de la idea que hemos expresado hasta ahora. Estos comportamientos agresivos de los monopolios y sus títeres sólo vienen del temor y de su paranoia por un motivo que es real: el capitalismo tiene los días contados. El imperialismo se comporta como un animal acorralado, se da cuenta de que hoy día existen unas contradicciones de clase que se exacerban y que cada día los revolucionarios arrancamos de la ideología burguesa a muchos camaradas, que son formados en la ideología proletaria, en el marxismo-leninismo. Esto no ocurre por medio del engaño o la manipulación, esto ocurre porque los trabajadores ven las contradicciones en su puesto de trabajo y observan cómo el mundo se lanza a la automatización mientras los obreros ensanchamos las filas del paro.

La segunda idea que queremos desarrollar es que estos programas de espionaje, y cualquier otro producto que nos rodea, los idea y los elabora la clase obrera. Los burgueses saben lo que quieren, perpetuarse en el poder, pero no saben cómo conseguirlo y por eso acuden a nosotros. Somos nosotros quienes, víctimas de su educación y de la gente dispuesta a venderse por un plato de lentejas, construimos su mundo. Y si construimos su mundo, también podemos hacerle frente. Nuestra moral no debe de estar baja por los derechos que hemos perdido, que simple y llanamente provienen de la desunión y de las traiciones de la socialdemocracia. Debemos de levantar la cabeza y mirar todo lo que construimos y el poder de facto que realmente tenemos. No hay necesidad de dudar de nuestra fuerza: si queremos podemos parar el mundo.

El sector del metal, de las TIC, de la educación, de la sanidad… en todos ellos podemos encontrar a trabajadores honrados que luchan por sus derechos y el de sus compañeros, pero lo hacen de una forma desorganizada y sin tener en cuenta el carácter social de la producción. La sanidad, por ejemplo, sería impensable a día de hoy sin la existencia de la informática, donde tanto el big data, como la computación cuántica y las impresoras 3D otorgan una mayor capacidad de diagnóstico y precisión y dan un margen de avance enorme para crear y sustituir órganos enfermos que, unido al avance de la genética y la inmunología en lo concerniente a la regeneración celular hace que en el mundo médico se vea como una realidad próxima el crecimiento de la esperanza de vida a los 120 o 130 años, cosa que sólo ocurrirá si se pone la economía al servicio del ser humano, y eso es antagónico con el capitalismo.

La producción es social pero hoy los beneficios de esa producción no se socializan, sino todo lo contrario, se concentra en unas pocas manos. Por tanto hay que poner los beneficios de la producción en las manos de la sociedad, de la humanidad y ello sólo puede ocurrir mediante el socialismo, mediante la organización revolucionaria de la clase obrera. Por ello, desde el PCOE apoyamos la creación y desarrollo de los órganos de poder de la clase obrera, órganos de poder que sirvan a la clase obrera no solo para organizarse sino también para confrontarse al Estado capitalista que legaliza el robo, institucionaliza la corrupción y empuja a la clase obrera a la indigencia y la muerte, y construir una sociedad nueva partiendo de la base de poner la economía al servicio de la clase obrera y haciendo social la propiedad de las fábricas y de todas las empresas, en esa dirección desde nuestro Partido apoyamos el desarrollo del Frente Único del Pueblo (FUP), porque creemos y estamos convencidos de que la organización de los trabajadores de todos los sectores es capaz de competir y de vencer a las instituciones burguesas que dependen de nosotros. Cada eslabón de la cadena productiva es esencial, puesto que un trabajador del lado de la Revolución es un trabajador que ayudará a construir un nuevo mundo, una nueva democracia en la que seamos elementos activos de la sociedad y no un mero rebaño para votar cada cuatro años en unos comicios que son una farsa.

Los trabajadores debemos construir nuestros órganos de poder para construir una sociedad nueva arrojando la explotación y la putrefacción capitalista al estercolero de la historia construyendo un nuevo amanecer para el ser humano, un amanecer de libertad y de conquistar el destino de sus vidas construyendo, por primera vez, de manera consciente la historia y ello solo es posible desarrollando el socialismo, poniendo al ser humano en el centro del mundo poniendo la economía al servicio de la mayoría y no de una minoría explotadora, ladrona y asesina. Hoy el mundo se rige en esa realidad: o ganamos nosotros, o ellos nos quitarán hasta la propia vida.

 

¡Hoy es el momento de la clase obrera!

¡Hoy es el momento de los comunistas!

¡Hoy es el momento del FUP!

 

Secretaría de Agitación y Propaganda del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)