La proletarización de la pequeña burguesía. El “sueño capitalista”, donde todos tenemos las mismas oportunidades
Rafael Domínguez, de 90 años. Y Elvira, de 83 años. Un matrimonio sevillano que será desahuciado de un piso en Sevilla tras dos años de impago del alquiler.
Éste es el final de la historia de Rafael, fallecido el martes 9 de agosto, debido a una depresión que le llevó al límite de no querer ingerir ningún alimento y dejarse morir “Ni come ni bebe, ya ni se le entiende lo que habla, y solo dice que se quiere morir” Explica Elvira.
¿Pero, cómo llegó a esta situación?
Con un hilo de voz, Rafael, malagueño de origen, rememora los buenos tiempos. Presume de haber participado en la construcción del embalse de Escales (entre Huesca y Lleida), aunque su gran orgullo es el diseño del Ramón Sánchez Pizjuan, el estadio de fútbol del Sevilla Fútbol Club, “el más adelantado a su época”. En plena burbuja inmobiliaria decidieron meterse en un proyecto de viviendas en el área metropolitana de Sevilla. “Tenía un colegio y un hospital cerca, ideal para las parejas jóvenes” que no podían pagar los elevados precios de la capital hispalense.
Ya estaba todo listo, las casas construidas, e incluso tenía organizado “un punto de venta de periódicos y una peluquería” para hacerlo más atractivo, dice recordando el que hubiera sido su último proyecto, el que les garantizaría la jubilación. Pero ya era el 2008, y a falta solo de escriturar las viviendas, el banco le negó el crédito “porque ya tenían orden de no poner un céntimo en la construcción”. “Les dije que eso sería mi ruina, pero les dio igual”, narra antes de ponerse a disparatar contra los bancos y lo que les haría si tuviera fuerzas para ponerse en pie.
Ahí empezó el declive. “Perdimos 648 millones de pesetas (3,8 millones de euros)”, detalla. Para pagar las deudas, cayeron en manos de un prestamista particular, a quien cedieron su vivienda, la de su hija, varios garajes y una vivienda en la playa. Su abogado de oficio, que por un defecto de papeleo les llegó con el desahucio ya fijado, no descarta que haya irregularidades en un contrato “cuanto menos leonino”. Al no poder pagar al usurero, lo perdieron todo.
¿Qué análisis sacamos los marxistas leninistas de esta historia?
Para empezar, decir que esta historia es una de las más comunes en un régimen capitalista. También que se pueden sacar varios análisis de la misma, pero esta vez, nos vamos a centrar en la proletarización de la pequeña burguesía.
La pequeña burguesía es una clase de transición, o sea, una clase que tan pronto puede estar en lo más alto (sin llegar nunca a superar ese estadio social), como tan pronto puede caer en la más absoluta de las miserias. Exactamente como lo que le pasó al matrimonio protagonista de esta historia.
A esto último lo denominamos proletarización de la pequeña burguesía, o lo que es lo mismo, que un pequeño propietario de medios de producción, deje de serlo, y tenga que vender su fuerza de trabajo a otros propietarios de medios de producción. Este caso no es el más idóneo para ejemplificar esto último; pero, de haber tenido edad y fuerzas para ello, hubiera tenido que hacerlo para poder sobrevivir. Cosa que no ha ocurrido, ya que esa situación, debido a su edad, le ha llevado a la muerte.
Ya en 1848 Marx señalaba que una de las características que definen al modo de producción capitalista es la división de la sociedad en dos clases: burguesía y proletariado. La burguesía es la clase propietaria de los medios de producción, mientras que el proletariado es la clase sin propiedades ni reservas que se ve obligada a vender su tiempo de trabajo como mercancía y sobre cuya espalda recae todo el peso del trabajo social.
La pequeña burguesía, situada entre ambas, ha ido forjando su propia ideología política, fundamentada en la defensa de la pequeña propiedad y que, bien bajo la bandera de la socialdemocracia, del fascismo o de cualquier otra, consiste principalmente en ampararse en el Estado frente al capital. Pero el Estado no es otra cosa que la organización política de la burguesía a través de la cual ésta defiende sus intereses de clase, que nunca serán los mismos que los de la pequeña burguesía.
Pero esto no quiere decir que a la burguesía le interese acabar con la clase de Transición. Al contrario, ha trabajado, y mucho, para conseguir atraer a los obreros a esta clase. Hacerles creer que pueden ser igual que ellos, que con el capitalismo todos tenemos las mismas oportunidades de llegar a su estadio social.
Así pues, la burguesía y el proletariado coexisten junto a la pequeña burguesía, que con la ayuda de la corrupta y cómplice aristocracia obrera, han metido ese mantra en los cerebros desideologizados de la clase obrera. En los países de economía más avanzada, que han disfrutado durante los últimos 50 años de un crecimiento económico casi ininterrumpido en el que la burguesía, cediendo parte de sus beneficios, ha aumentado los salarios, ha organizado la seguridad social, ha permitido a ciertos sectores del proletariado el acceso a la propiedad y ha generalizado, si no la abundancia, al menos la no carestía.
Así se han conformado las “sociedades de clases medias” de corte occidental, que hacen a más de uno pensar que el proletariado ha desaparecido. Así como los autónomos, ahora llamados emprendedores, otro mantra cuyo objetivo es separar a la clase obrera; para acabar trabajando para el mismo explotador.
Figura surgida a raíz de la política de flexibilización del mercado de trabajo en nuevas actividades segregadas de las grandes empresas (servicios, transporte, construcción, teletrabajo y hostelería) que encubren relaciones laborales de explotación. Aproximadamente un tercio de los autónomos son semiproletarios, antiguos obreros que ahora trabajan por su cuenta y son subcontratados por el antiguo patrón. No tienen trabajadores a su cargo, no disponen de ninguna forma de negociación sobre sus condiciones laborales ni tarifas, y sin embargo tienen todas las obligaciones de un empresario (18% IRPF, IVA e impuesto actividades económicas) como dueño de sus medios de producción y ninguno de los derechos de un trabajador asalariado. Desaparecen derechos de protección social, descansos, vacaciones, seguridad social, subsidio desempleo, sólo a partir de los 15 días de baja y su pensión media es un 40% más baja al resto de asalariados. En la actualidad, transformar al trabajador en “pequeño burgués” se ha convertido en una buena manera de liquidar derechos sociales conquistados por el movimiento obrero.
Pero esto se acabó, ahora la burguesía tiene que exprimir a la clase obrera para seguir obteniendo más y más beneficios, así como monopolizar los medios de producción, causa por la que la pequeña burguesía se ve absorbida por las multinacionales que ofrecen sus mismos servicios por mucho menos; lo cual les lleva a la quiebra, a la venta de sus propios medios de producción y a vender su fuerza de trabajo convirtiéndose así en un proletario más. El capitalismo, en su desarrollo, tiende a la concentración cada vez mayor del capital, expulsando a grandes sectores de su pequeña burguesía, que de esta manera se ven abocados a su proletarización a pasos agigantados. Aunque este no es el único final al que puede llegar un pequeño propietario -algunos montan cooperativas como de las que hablamos en el comunicado “Economía social, la pequeña burguesía se reinventa”– pero es un final bastante común.
Todo esto no es más que lo que llevamos diciendo siglos los comunistas: En la lucha de clases, la pequeña burguesía -debido a su cobardía intrínseca de clase- siempre intentará salvar el trasero a toda costa; incluso manteniendo un sistema que, cuando no les necesita, les deja en la más absoluta de las miserias.
Nadie vendrá a liberarnos, ni siquiera la pequeña burguesía, con su partido: Podemos. La emancipación del proletariado sólo puede ser obra de nuestra clase social, armado de su partido, el Partido Comunista Obrero Español. Ante la agudización de la crisis del capitalismo, es momento de redoblar los esfuerzos para llegar a los obreros, jornaleros, jubilados, estudiantes, en definitiva, a todos los sectores del proletariado y conseguir que hagan suya la política del PCOE, pues únicamente ellos, organizados bajo una dirección revolucionaria, podrán llevar a término la misión que se les ha encomendado: Mandar al capitalismo al estercolero de la Historia y construir el Socialismo.
En este sentido, el PCOE continuará, en virtud a nuestras fuerzas y grado de desarrollo, luchando por el Socialismo y por acabar con el capitalismo y su estado criminal; continuará trabajando con la clase obrera, en los centros de trabajo, en el campo, en los barrios, en la construcción de órganos de poder popular del proletariado, uniendo las luchas de los distintos sectores del proletariado en una única lucha contra el capitalismo (Frente Único del Pueblo), y uniendo a los comités de empresa, delegados y trabajadores para conseguir que en sus manos esté la producción (ACDT).
Azrael, militante del Partido Comunista Obrero Español