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Resolución del VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español sobre la situación internacional en el Sáhara Occidental y Palestina

El pasado 15 de septiembre se llevó a término el Acuerdo de Abraham, un pacto que trastoca la configuración de Oriente Medio al establecer una alianza regional contra Irán – país que en el plano internacional tiene un dilatado conflicto con el imperialismo occidental – y que abre la puerta, de par en par, a la cooperación de Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán con el Estado genocida de Israel. Este es uno de los últimos legados políticos del fascista de Donald Trump, donde Marruecos ha encontrado cobijo rápidamente.

 

Los intereses de Marruecos y de la bestia sionista se entrelazan perfectamente, puesto que ambos regímenes ansían ejercer un dominio imperialista sobre un territorio que no les pertenece, el Sáhara Occidental y Palestina, respectivamente. La libertad y la voluntad de los pueblos no son más que una molestia para el imperialismo, que no dudará atentar contra todos aquellos que se opongan a los designios de la burguesía y los monopolios.

 

El intercambio de favores se constató el pasado 10 de diciembre, apenas un mes después del estallido de la crisis de Guerguerat, cuando Marruecos violó el Acuerdo Militar N.º 1 – acuerdo militar firmado entre el Frente Polisario y la MINURSO en diciembre de 1997, y entre la MINURSO y Marruecos en enero de 1998 – enviando tropas y vehículos pesados hacia la Zona Restringida para sofocar las protestas pacíficas que realizaban los trabajadores saharauis contra la persistencia de la brecha ilegal construida por el régimen de ocupación marroquí en Guerguerat y, también, contra las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos perpetradas con total impunidad por las autoridades marroquíes en el Sáhara Occidental. Así, Estados Unidos, el país más criminal de la historia de la humanidad, reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de que éste estableciera relaciones diplomáticas serias y duraderas con Israel; esto es, la autorización de vuelos directos entre los dos países, el restablecimiento de contactos oficiales y relaciones diplomáticas, y cooperación económica y tecnológica. Por supuesto, la Administración Biden, tan alabada por oportunistas como Yolanda Díaz e Irene Montero, no tiene ningún interés en revertir la posición tomada por Donald Trump sobre el Sáhara Occidental.

 

Sabiendo esto, se entiende la impunidad con la que cuenta Marruecos a la hora de abrir sus fronteras y permitir el paso de miles inmigrantes en Ceuta y Melilla como venganza ante el hecho de que Brahim Ghali fuese hospitalizado en Logroño. Con el aval de Estados Unidos, y la presión creciente ante el chantaje migratorio, se dan todas las condiciones para que el Estado español reconozca a Marruecos como responsable de los territorios del Sáhara Occidental, borrando de un plumazo la soberanía del pueblo saharaui y demostrando, nuevamente, que “estar en el Gobierno no significa estar en el Poder”. Marruecos, como fiel representante del imperialismo en el Norte de África, tiene como único fin la lucha furiosa por la posesión monopolista de las fuentes de materias primas, la lucha por un nuevo reparto de un mundo ya repartido, donde entran en juego los recursos naturales del Sáhara Occidental: grandes yacimientos en fosfatos – con uno de los mayores y más rentables yacimientos de todo el planeta –, petróleo, recursos gasísticos, circonita y pesca – con uno de los mejores caladeros pesqueros de todo el océano Atlántico.

 

Israel, que no es otra cosa que la punta de lanza del imperialismo occidental en Oriente Medio, no deja de obtener beneficios como recompensa por los servicios prestados. Beneficios y respaldo internacional para que el sionismo continúe desplegando la violencia de la guerra burguesa en Palestina; una nueva vuelta de tuerca en el régimen de opresión nacional y de segregación étnica de los palestinos que es visto por la burguesía israelí como un medio para sofocar los efectos de la nueva crisis cíclica del capitalismo. Y aunque entre Hamás – el partido burgués del extremismo religioso – y el Estado de Israel exista una guerra “asimétrica” en términos militares, nos equivocaríamos si pensásemos que la solución de los palestinos es lanzarse a los brazos de su burguesía nacional. Una guerra de liberación nacional es imposible, en primer lugar, porque las grandes potencias que actúan detrás de esta guerra lo impedirían y, en segundo lugar, porque la burguesía árabe no está dispuesta a deshacer su abrazo mortal con la burguesía israelí; su ligazón con el imperialismo es enorme, como demostró apoyando la causa del régimen marroquí para tratar de ganarlo para su causa. El mantenimiento y agravamiento de esta guerra burguesa, en la que los muertos son casi exclusivamente proletarios, debe enfocarse en el hermanamiento de la clase trabajadora de Israel con sus hermanos de clase palestinos, rompiendo toda solidaridad y alienación con sus respectivas burguesías nacionales e instaurando la dictadura del proletariado en la región, en la perspectiva de la revolución proletaria mundial.

 

Estados Unidos, junto a los regímenes de ocupación marroquí y sionista, está llevando a cabo una ofensiva exterior al objeto de satisfacer sus objetivos imperialistas, reestructurando el mapa político del Norte de África y Oriente Medio, extendiendo sus influencias por el continente africano para seguir saqueándolo, al tiempo que refuerza las posiciones del Estado genocida de Israel en los Territorios Palestinos Ocupados para continuar con la represión y apartheid al pueblo palestino. Queda claro que Israel, a partir de ahora, tendrá a Marruecos como nuevo aliado para defender sus intereses sionistas y genocidas ante la irrisoria Comunidad Internacional, al tiempo que Marruecos va ganando adeptos en su lucha contra el pueblo saharaui y el Frente Polisario.

 

Sólo la revolución socialista puede librar a los pueblos del mundo de la barbarie del imperialismo, pero para que eso ocurra es preciso que se construya un Movimiento Comunista Internacional completamente nuevo, libre de las podredumbres ideológicas y los vicios del pasado, como paso previo a cualquier Frente Internacionalista o Antiimperialista. Es preciso engarzar la lucha palestina y la saharaui contra su único enemigo: el imperialismo. El imperialismo es el único causante de la negación de la vida de la clase trabajadora, del drama que supone cruzar una frontera despavorido o de morir bombardeado en Palestina. Hoy, la proclama es clara: ¡Socialismo o muerte!

 

Madrid, a 22 de mayo de 2021

 

VII PLENO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDOCOMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)