El pasado 16 de mayo varios medios se hicieron eco de la grave situación de precariedad y abusos sexuales en la que se encuentran las trabajadoras en los campos de fresas y tomates de Palos de la Frontera (Huelva).
7.000 hectáreas dedicadas a la agricultura intensiva en la cual la principal mano de obra es inmigrante. Desde el año 2000 comenzó la contratación colectiva desde los países de origen solo para el tiempo que dura la campaña, se pide que sean mujeres casadas, viudas, o divorciadas y con hijos menores de 14 años en su país, asegurándose de este modo su vuelta. Así lo negocia el Gobierno español con el país de origen; estos requisitos son claramente anticonstitucionales ya que vulneran el principio de igualdad de trato y no discriminación en el ámbito laboral, demostrándose que las propias leyes burguesas son papel mojado para empresarios y Estado.
Los empresarios prefieren contingentes de mujeres marroquíes porque dicen que no beben, salen poco y son mucho más dóciles. El 3 de Mayo de 2017 una de estas mujeres decidió denunciarlo en un restaurante de la zona y la revista alemana CORRECTIV habló con las trabajadoras, que informaron haber sido violadas, chantajeadas, insultadas y agredidas físicamente por sus superiores. A esto hay que añadir las condiciones de insalubridad en la que viven, confinadas en viviendas que no cumplen los requisitos mínimos de habitabilidad, no hay cocina, seis mujeres duermen en una habitación, y sólo una vez a la semana pueden darse una ducha.
Existe una impunidad y silencio absoluto, no sólo en la zona sino a nivel nacional ya que el 80% de las fresas que importa Alemania provienen de la región andaluza de Huelva, lo que convierte a Andalucía en el mayor productor de fresas de Europa. El capitalismo tiende a enarbolar el crecimiento económico debido a las exportaciones como algo positivo para la economía, cuando lo que en realidad existe es una agudización de la explotación y de la desigualdad entre las masas trabajadoras. Para que aumenten los beneficios de los empresarios es necesaria la miseria de la clase obrera.
La hipocresía de los oportunistas es patente con el discurso feminista de moda y orientado a las burguesas de profesiones liberales, profesores, periodistas etc. el cual sólo refleja las distinciones de mujeres y hombres, reduciendo reivindicaciones sólo desde la perspectiva de género, cuando la desigualdad de clase y económica nos diferencia mucho más que ninguna otra. Pero estas cuestiones quedan anuladas porque este movimiento feminista no adopta el lenguaje ni los principios de la clase trabajadora. De esta manera “LAS HERMANAS MARROQUÍES” no tienen un “YO OS CREO”.
Nuestro Partido se solidariza con estas mujeres pobres e inmigrantes, que están sufriendo una situación de esclavitud equiparable a la que se vivió en el siglo XIX en los Estados Unidos. No acabaremos con estas injusticias si los trabajadores no somos dueños de los medios de producción, por tanto la lucha de la mujer proletaria no es la misma que la de la mujer burguesa. Los que soñamos con una sociedad más justa, igualitaria y socialista vamos juntos hombres y mujeres trabajadores, una sociedad en la cual estos abusos no tendrían cabida ya que el poder que ejerce la clase dominante dejaría de existir.
M. García. Militante del Partido Comunista Obrero Español en Badajoz