La escuela austríaca de economía, el mayor prostíbulo del capital

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La burguesía, consciente de su bancarrota económica y política, está llevando a cabo una guerra ideológica sin cuartel, gastando ingentes cantidades no solo en la represión física de la clase obrera, sino fundamentalmente corrompiendo las mentes del proletariado usando para ello la propaganda, los medios de comunicación de masas que se han convertido en un nuevo Poder del Capital.

Medios de comunicación del capital, en tanto son propiedad de empresarios, donde no sólo se silencia la ciencia de la clase obrera y de su emancipación revolucionaria del régimen de explotación capitalista, el marxismo-leninismo, sino que se pervierte y envilece éste para colocar en el pueblo trabajador una idea totalmente desfigurada y corrompida de lo que es realmente el marxismo-leninismo, el socialismo y el comunismo. Los medios de comunicación, propiedad y al servicio de los empresarios y sus intereses de clase, son auténticos altavoces anticomunistas, auténticos apologistas del fascismo, donde se muestran a auténticos impresentables, reaccionarios, atribuyéndoles un aura de personas cultas y elevadas, cuando no son más que personajes tremendamente soberbios, enfermos de egocentrismo e individualismo, que no dudan en escupir sobre cualquier atisbo de razón y conocimiento, cuya función es la de embrutecer al pueblo trabajador y hacer que éste se repudie a sí mismo y a su ideología para garantizar su aislamiento, su deshumanización como única fórmula para mantener más en el tiempo la mortecina y podrida formación socioeconómica capitalista. Sin duda, Göebbels y Hitler, Franco o Mussolini estarían profundamente orgullosos del anticomunismo de los pseudoeconomistas que se adscriben a la escuela austriaca de economía, que arremeten contra la ciencia y el conocimiento humano. Personajes, desde un punto de vista científico, despreciables e indigentes como Huerta Soto, Lacalle, Rallo o el tarado mental de Javier Milei, seres sin escrúpulos ni vergüenza.

El despotismo y la soberbia de estos personajes les lleva a, arremeter contra el mayor científico, y la mejor cabeza, que ha parido la historia: Carlos Marx. Sin más argumento que la descalificación gratuita, sin asidero científico alguno, abrazando el revisionismo y el idealismo actuando como auténticos reaccionarios, retratándose como auténticos charlatanes al servicio de la reacción, que es lo que son.

Carlos Marx no sólo ha sido, y es, el mejor economista de la historia sino que también ha sido y es, junto con Federico Engels, uno de los personajes históricos que más han aportado a la filosofía, que alumbraron el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, el método científico, que sirvió para que la ciencia, el conocimiento humano, floreciera y avanzara de manera imparable hasta nuestros días.

Estos personajillos de la escuela austriaca de economía, elevados a los altares de la “intelectualidad” por el capitalismo putrefacto vistiéndolos con ropajes liberales y otorgándoles una imagen de hombres de ciencia, tienen a su disposición los altavoces mediáticos del capital en su cruzada anticomunista, antimarxista, consecuentemente fascista, para llevar a los trabajadores precisamente lo contrario de lo que dicen ser.

Estos sujetos de la escuela austriaca de economía abrazan el idealismo filosófico, aplican su metodología subjetivista y no científica ni objetiva, conducen al ser humano al individualismo y lo apartan del análisis científico del mundo. Dicen abrazar la libertad pero conducen a la clase obrera a la ignorancia, a la deshumanización y la perpetuación de la explotación, pretenden pasar por científicos, en tanto la economía es una ciencia social, cuando abrazan la negación de la ciencia, esto es, el idealismo filosófico.

Hay múltiples definiciones de filosofía, aunque en nuestra opinión la más certera es la que señala que ésta es la ciencia que se encarga de estudiar la interrelación existente entre la materia y el espíritu. Siendo el problema cardinal de la filosofía el siguiente ¿Es la materia la que crea el espíritu, la idea, o es el espíritu quien crea la materia?

El campo científico hace mucho que resolvió esta cuestión, abrazando el materialismo dialéctico descubierto por Marx. Es más que evidente que la idea (espíritu) es producto del cerebro (materia). Pero ¿qué dicen los “liberales de la escuela austriaca de economía” negadores de uno de los científicos más grandes que ha alumbrado la historia como Marx? Veamos cómo “sacude” el millonario empresario Jesús Huerta de Soto al socialismo y, consecuentemente, a Marx.

Fijémonos en lo que señala Huerta de Soto en el prefacio de  “Socialismo, cálculo económico y función empresarial” (Editorial Unión Editorial, de la que Huerta de Soto es, según la propia editorial, “uno de los principales mecenas”), que señala “Durante los últimos años de mi actividad docente he venido llegando al convencimiento de que era preciso elaborar una teoría del socialismo que, encontrándose profundamente arraigada en la metodología subjetivista de la Escuela Austriaca, se basase en las teorías de la acción humana y la función empresarial (…) E igualmente he llegado a la conclusión de que es preciso adoptar una nueva definición de socialismo, mucho más fructífera y explicativa de los problemas reales que permitan dar un tratamiento unitario a los distintos tipos de socialismo que se dan o se han dado en la historia” (pág. 12)

La teoría que pretende demostrar Huerta de Soto es que el socialismo no solo es inviable, sino que es inhumano y para ello se apoyará en el subjetivismo, “las teorías de la acción humana y la función empresarial”.

Así, Huerta de Soto para impugnar completamente al socialismo emplea la siguiente metodología: “La tesis básica que mantenemos y desarrollamos (…) es que el análisis del socialismo sólo puede y debe llevarse a cabo desde la óptica de una profunda y clara concepción de la acción humana y de los procesos dinámicos de la interacción social a que la misma da lugar. O expresado de otra forma, que el análisis económico del socialismo hasta ahora efectuado, en su mayor parte no ha sido capaz de incorporar satisfactoriamente el individualismo metodológico y la perspectiva subjetivista que, de acuerdo con Hayek, son imprescindibles para el desarrollo de nuestra ciencia. (…) Y esto es precisamente lo que nos hemos propuesto en nuestro trabajo de investigación sobre el socialismo; a saber, desarrollarlo sobre la base de una radical y coherente aplicación del “subjetivismo”, es decir, fundamentarlo en torno a la más íntima y esencial característica del ser humano: su capacidad para actuar de manera empresarial y creativa (…) hemos sido especialmente cuidadosos evitando caer en el error de considerar que los fenómenos económicos tengan una existencia “material” y “objetiva” al margen de la interpretación y conocimiento subjetivos que de los mismos van creando los seres humanos cuando actúan. Hemos pasado, por tanto, a concebir la economía como una ciencia que trata exclusivamente sobre realidades “espirituales”, es decir, sobre la información o conocimientos subjetivos que crean y generan por los seres humanos los procesos de interacción social” (págs. 23-25).

De lo expresado por Huerta de Soto, en lo primero que merece la pena detenernos es en que “la más íntima y esencial característica del ser humano: su capacidad para actuar de manera empresarial y creativa”. ¿La capacidad de actuar de manera empresarial es la más íntima y esencial característica del ser humano? Pues analizando el desarrollo de la historia de la humanidad se puede afirmar, sin lugar a dudas, que no.

¿Quién o qué determina lo íntimo o lo esencial? Sin duda para Huerta de Soto, los multimillonarios, el gran capital. Para Huerta de Soto lo esencial es la capacidad del ser humano para actuar de manera empresarial, de ahí deducen que lo esencial de la sociedad es el empresario – como por ejemplo es Huerta de Soto, dueño de una aseguradora.

Pero ni el ser humano ha actuado de la misma manera a lo largo de la historia, ni las sociedades que precedieron a las capitalistas eran iguales que la actual, por tanto, de ser esencial dicha característica manifestada por Huerta de Soto vinculada al ser humano – “su capacidad para actuar de manera empresarial y creativa” – ésta debería haber sido común a todas las sociedades de las diferentes formaciones socioeconómicas que se han sucedido a lo largo de la historia hasta llegar a la actual, la capitalista.

Huerta de Soto, con un idealismo filosófico enfermizo que patea las bases de la ciencia, y del método científico, universaliza algo que, ni tan siquiera, es general y universal en la sociedad actual que refleja el imperialismo.

Conocer las cosas, un objeto, en su esencia es la tarea fundamental de la ciencia. La ciencia prueba que el conocimiento de la esencia de un objeto es imposible sin tomar en consideración y analizar las diferentes formas en que se manifiesta éste. Sin el estudio del objeto en virtud de su dialéctica entre tiempo y espacio evaluando las manifestaciones externas de la esencia del objeto (fenómeno), es imposible conocer lo permanente, lo invariable, la esencia en sí misma del objeto que se dice analizar.

Porque para ir a la esencia del socialismo hay que ir a la esencia del desarrollo de las formaciones socioeconómicas, de la historia humana, y para ello hay que aplicar el método científico, dialéctico, y hay que ir a la materialidad del mundo. Y eso significaría para Huerta de Soto, y sus palmeros como Milei, Rallo y demás farsantes asumir a Marx, sucumbir a la ciencia, sucumbir al marxismo-leninismo.

Por ello, deben lanzarse en brazos del idealismo, en este caso denominado subjetivismo, y tienen que obviar no solo la materialidad del mundo y la producción material como base de la vida social, pues para Huerta de Soto, Hayek y demás, es el subjetivismo y el individualismo de los de su clase social e ideología los que construyen (y constituyen) la sociedad, esto es, lo que digan los reaccionarios de la calaña de Rallo, Milei, Lacalle o demás palmeros de los monopolios de la escuela austriaca es lo que vale.

Este burgués pretende impugnar el socialismo y su análisis científico del conocimiento del mundo, el materialismo histórico, contraponiéndole el método subjetivista e individualista de conocimiento de la sociedad. Esto es, pretenden conocer la vida social del hombre y el desarrollo social de éste a través de la comprensión de las acciones individuales de los sujetos. Que evidentemente son los burgueses, reduciendo de facto la humanidad a la gran burguesía, al gran capital, omitiendo completamente a la mayoría de la sociedad, a la que pretenden conducir ideológicamente incidiendo en la percepción de la realidad objetiva de las masas empleando una lucha de contrarios sin cuartel contra su enemigo que es el socialismo, el marxismo, al que lo visten de inhumano e inviable. Algo que se deduce de lo que señala uno de los maestros de Huerta de Soto, concretamente Fiedrich A. Hayek en “El individualismo: El verdadero y el falso” cuando señala, otorgando aura científica al método subjetivista e individualista para comprender la sociedad y su esencia, lo siguiente “no hay otra forma para llegar a una comprensión de los fenómenos sociales si no es a través de nuestro entendimiento de las acciones individuales dirigidas hacia otras personas y guiadas por un comportamiento esperado. Este argumento está dirigido primordialmente contra las teorías propiamente colectivistas de la sociedad, que pretenden ser directamente capaces de considerar a los conjuntos sociales, como la sociedad, y otras en cuanto entidades “sui generis” que existen en forma independiente de los individuos que las componen

Con estas bases, Huerta de Soto, y cualquiera, puede concluir lo que desde las vísceras le salga contra Marx, el socialismo o lo que les dé la gana, pero obviamente, sin asidero alguno en la ciencia que, sin duda, se apoya en las aportaciones que realizaron Carlos Marx y Federico Engels.

Veamos la definición que hace del socialismo Huerta de Soto: “Definiremos el socialismo como todo sistema de agresión institucional al libre ejercicio de la función empresarial. Por agresión o coacción hemos de entender toda violencia física o amenaza de violencia física que se inicia y ejerce sobre el actor por otro ser humano o grupo de seres humanos. Como consecuencia de esta coacción, la persona, que de otra forma habría ejercido libremente su función empresarial, en evitación de mayores males, se ve forzada a actuar de una manera distinta a como habría actuado en otras circunstancias, modificando, por tanto, su comportamiento y adecuándolo a los fines de aquel o aquellos que le coaccionan. Podemos considerar la agresión, así definida como la acción antihumana por excelencia.” (págs. 87-88).

Como puede constatarse, porque así lo ha escrito de su puño y letra, Huerta de Soto no tiene ni la más remota idea de lo que es el socialismo.

Esta definición señala que lo humano es el “libre ejercicio de la función empresarial” y que la agresión o coacción de lo que denomina “libre ejercicio de la función empresarial” es “la acción antihumana por excelencia”. Por tanto, para estos personajes lo único humano que hay es la propiedad privada sobre los medios de producción, la explotación capitalista, considerando de manera totalmente idealista que en un mundo donde no existiera “violencia física o amenaza de violencia física” todo el mundo optaría por ejercer el “libre ejercicio de la función empresarial” reflejando en la humanidad lo que ellos tienen en su cerebro. Y viendo como humano la propiedad privada sobre los medios de producción – por parte de una minoría -, ven inhumano lo antagónico, la propiedad social de los medios de producción para el pueblo a través del Estado, en este caso proletario, es decir, que esa supuesta función empresarial sea universal para el conjunto de la humanidad.

Estos personajes de la escuela austriaca de economía ven socialismo en todo aquello que no satisfaga plenamente sus intereses de clase, incluso en los estados y gobiernos que no sean socialistas, admitiendo y defendiendo mediante la violencia la propiedad privada sobre los medios de producción o, como dicen estos sujetos, el “libre ejercicio de la función empresarial”. Por eso ven socialismo incluso donde no existe.

Pero ellos, que dicen ser tan liberales y defensores de la libertad defienden la existencia de un estado que proteja sus intereses de clase, que proteja la propiedad privada sobre los medios de producción por parte de una minoría explotadora. Veamos lo que decía Fiedrich A. Hayek en “El individualismo: El verdadero y el falso” con respecto del Estado: “Si el hombre tiene que ejercer sus propias facultades, debe ser como resultado de sus actividades y cuidando que su esfera de responsabilidad esté determinada. La solución a este problema, el cual ha sido desarrollado gradualmente y que precede al gobierno en el moderno sentido de la palabra, radica en la aceptación de principios formales, de una “norma fija para vivir , común a todos y cada uno de los miembros de esa sociedad”, de reglas en las cuales, por sobre todo, se permita al hombre distinguir entre mío y tuyo (…) el gobierno debe ser limitado, y obligar a los individuos a observar principios que ellos conocen y puedan tomar en cuenta sus decisiones (…) Mientras los hombres no sean omniscientes, el único modo de poder dar libertad al individuo es mediante dichas reglas generales que delimitan la esfera de su propia decisión. No puede haber libertad si el gobierno no se limita a tipos de acción particulares, pero puede, por el contrario, utilizar sus poderes en cualquier forma que sirva a objetivos particulares (…) mediante la simple concepción de la propiedad como el derecho exclusivo a utilizar una cosa específica y donde los efectos móviles, lo que los abogados llaman “bienes muebles”, estén involucrados”.

¡Ahí tenemos a los anarcocapitalistas, libertarios, liberales o como se quieran llamar, defendiendo un gobierno y un estado limitado que garanticen la propiedad privada sobre los medios de producción o que garantice la “aceptación de principios formales, de una “norma fija para vivir, común a todos y cada uno de los miembros de esa sociedad”, de reglas en las cuales, por sobre todo, se permita al hombre distinguir entre mío y tuyo” en palabras de Hayek.

Pero no sólo son ignorantes con respecto del socialismo sino, también, con lo que respecta a la libertad. Dice en este pasaje Hayek una frase que no debe pasar inadvertida: “Mientras los hombres no sean omniscientes, el único modo de poder dar libertad al individuo es mediante dichas reglas generales que delimitan la esfera de su propia decisión. No puede haber libertad si el gobierno no se limita a tipos de acción particulares, pero puede, por el contrario, utilizar sus poderes en cualquier forma que sirva a objetivos particulares (…) mediante la simple concepción de la propiedad como el derecho exclusivo a utilizar una cosa específica y donde los efectos móviles, lo que los abogados llaman “bienes muebles”, estén involucrados”.

¿Cómo pueden ser los hombres omniscientes separándolos del camino de la ciencia y conduciéndolos por los caminos reaccionarios y criminales dictados por la escuela austriaca de economía, ideólogos de la extrema derecha, del conductismo social y del idealismo filosófico a través de la bazofia del subjetivismo? ¿Cómo pueden ser los hombres omniscientes cuando los hacen ir contra su propia naturaleza y les hacen abrazar el individualismo enfermizo negando su esencia social y haciendo que arremetan contra ella deshumanizando y desnaturalizado al ser humano?

Es la coartada la omnisciencia del hombre para verter el pensamiento real de Hayek, Huerta de Soto y demás reaccionarios que, en palabras de Hayek “el único modo de poder dar libertad al individuo es [que el gobierno garantice] la propiedad como el derecho exclusivo a utilizar una cosa específica y donde los efectos móviles, lo que los abogados llaman “bienes muebles”, estén involucrados”. Así pues, para estos personajes la libertad se da al individuo y, precisamente, la da el estado de clase que sea del agrado de estos sujetos que se autodenominan anarcocapitalistas, y esa libertad es concedida imponiendo como ley suprema la defensa de la propiedad privada y, más concretamente, sobre los medios de producción. Por tanto, cuando estos sujetos de la escuela austriaca de economía  – que más que escuela es un prostíbulo de enemigos de la ciencia, una camarilla de reaccionarios – hablan de libertad no hablan de libertad para la humanidad, sino de libertad para ellos, para los grandes capitalistas, para los monopolios, para que los imperialistas puedan expoliar y sojuzgar de manera impune a los pueblos del mundo.

Y es que la libertad no se da, ni se regala, se conquista y se adquiere progresivamente con conocimiento de las leyes generales que rigen la sociedad y la materia y adquiriendo conciencia de la necesidad, y ésta no es absoluta sino relativa. Pero en términos de libertad lo primero que hay que hacer es preguntarse ¿para qué y para quién?

Para los de la escuela austriaca de economía sabemos que es para que una minoría explotadora y ladrona se enriquezca ad infinitum a la par que la pobreza se universaliza para la humanidad y esa libertad es para que los grandes capitalistas puedan hacerlo impunemente. Esa es la libertad que defienden los Huerta de Soto, Milei, Rallo y demás impresentables cuya ideología es la de los grandes capitalistas y es promocionada por éstos, a través de sus medios de manipulación de masas. Y sin duda, con lo expresado por estos personajes, nuevamente, caen derrotados ante la ciencia, ante la obra de Marx, ante el marxismo-leninismo, puesto que reflejan los intereses de su clase social, y certifican la existencia de un mundo dividido en clases antagónicas donde rigen las leyes dialécticas universales del desarrollo (esencia del proceso histórico de desarrollo de la sociedad) como, por ejemplo, la ley de la unidad y de la lucha de contrarios dando de facto la razón a Marx y al marxismo. Así esa lucha de clases, de contrarios, según la terminología de los ultraderechistas Rallo, Huerta de Soto, Hayek, Milei y demás sujetos esta lucha de clases antagónicas se representa entre los que defienden la “libertad” (donde estarían los reaccionarios defensores del capitalismo monopolista de Estado y su superestructura reaccionaria  tendente hacia el fascismo) y los que van en contra de la libertad que son los socialistas, ya que para los de la escuela austriaca todo el que no es reaccionario es socialista.

Hemos visto anteriormente cómo para Huerta de Soto y demás que piensan como él, es un “error de considerar que los fenómenos económicos tengan una existencia “material” y “objetiva” al margen de la interpretación y conocimiento subjetivos que de los mismos van creando los seres humanos cuando actúan”, por tanto ubican a la economía por encima de la materialidad del mundo, de la naturaleza, y consecuentemente ubican al ser humano por encima de la materialidad del mundo y su naturaleza ya que según estos personajes la economía no tiene “una existencia “material” y “objetiva” al margen de la interpretación y conocimiento subjetivos” de la actividad humana, teniendo en cuenta que en virtud de su método subjetivo e individualista de análisis de la sociedad el concepto ser humano es sinónimo al del burgués reaccionario.

El ser humano forma parte de la naturaleza, somos un producto de ella y estamos, también, sometidos a sus leyes. Al igual que la base económica, la producción material, de bienes materiales necesarios para la vida de la sociedad determina la superestructura, la sociedad, en tanto ésta refleja las contradicciones existentes en la base económica. Huerta de Soto y demás prestidigitadores del gran capital, niegan esta realidad, pues ponen por encima al hombre del entorno material del que forma parte, negando que la idea es producto de la materia, o lo que es lo mismo, que la sociedad es un producto de la base económica, conformando base económica y superestructura (sociedad) una unidad dialéctica, la formación socioeconómica, de tal modo que cada base económica genera una superestructura que refleja las contradicciones de su base o estructura económica y las reproduce en la sociedad, a la par que niegan el desarrollo de la historia, que nos muestra que no es más que la sucesión de formaciones socioeconómicas.

Por eso Huerta de Soto, Rallo y demás cantamañanas deben abrazar el idealismo filosófico, deben repudiar a la ciencia, deben abrazar la metafísica y negar la dialéctica del mundo material, sus leyes del desarrollo, utilizando la basura anticientífica del individualismo y del subjetivismo para negar la dialéctica de la historia, de la formación socioeconómica capitalista, en su fase de putrefacción, que refleja un pensamiento corrompido como el de la escuela austriaca de economía. Y se ven obligarlo a hacerlo porque, de lo contrario, deberían reconocer que el sistema económico que ellos propugnan fenecerá y será superado por otro superior, no podrían sostener su visión de que el capitalismo será perpetuo y, consecuentemente tendrían que volver a sucumbir ante Marx.

Hablan de esencia y de libertad, pero crean una maraña ideológica metafísica, idealista y anticientífica cuyo objeto es satanizar y combatir a la ciencia, el marxismo-leninismo (o el socialismo como les gusta decir a estos sujetos nocivos para el género humano) e impedir, con los grandes altavoces mediáticos que poseen sus amos (los grandes monopolios y los estados capitalistas). El objeto de la ciencia es buscar la esencia de los objetos, y para encontrarla hay que estudiar el proceso, hay que estudiar las diferentes formas que presenta la esencia del objeto de estudio, a lo largo de un espacio y del tiempo y hay que, mediante el método científico, dialéctico, extraer las leyes generales, invariantes comunes a las diferentes manifestaciones de la esencia del objeto. En el caso de que el objeto sea el desarrollo social de la humanidad o sea el proceso natural, lo que hay es que estudiar el desarrollo dialéctico del objeto y no la valoración de mentecatos reaccionarios que fundamentan el estudio no en la observación y en el estudio científico del objeto en sí sino en las valoraciones subjetivas – o dogmas – de determinados grupos de individuos que consideran que su conciencia individual determina el ser social cuando, justamente es al revés. No buscan la esencia de los objetos en sí, sino que pretenden imponer su ideología reaccionaria sin contraponerla con el mundo y sus leyes generales y objetivas.

Actuar en libertad es todo lo contrario. La libertad no es tener impunidad para saquear, para oprimir, para explotar a la mayoría y apropiarse del trabajo de esa mayoría despojando a esta del fruto de su trabajo sometiéndola. La libertad es conocer las leyes y los procesos generales del medio en cuestión, tener consciencia de la necesidad y actuar de manera consciente y consecuente en base al conocimiento de las leyes generales para dirigir dicho conocimiento en el sentido de la satisfacción máxima de nuestra necesidad, de liberarnos de ella. El conocimiento de las leyes y los procesos naturales nos permite – a la sociedad y consecuentemente a los individuos, y no al revés – domeñar de la forma más exitosa las fuerzas espontáneas de la naturaleza, el conocimiento de las leyes sociales y de las fuerzas del desarrollo de la sociedad nos permite a las clases avanzadas – aquellas que estamos siendo oprimidas y tenemos una necesidad objetiva de emanciparnos, en el caso de la clase obrera emanciparse de la explotación capitalista – crear conscientemente la historia, luchando por el progreso social.

¿Qué ofrece Huerta de Soto al proletariado (que es la inmensa mayoría de la población mundial) para emanciparse, liberarse, de la explotación capitalista? Apretarle los grilletes para oprimirlos más, y ello lo hace, por un lado, negándole la realidad, la existencia de la explotación capitalista, del robo de la plusvalía por parte del burgués, que las considera esencia humana y, por el otro, arrojando odio de clase contra la formación socioeconómica superior que va a barrer el régimen de explotación capitalista y que emancipará de la explotación capitalista al género humano.

La clase social de Huerta de Soto, y su escuela austriaca de economía, no defienden la libertad sino que son enemigos jurados de ésta. Necesitan poner palos en la rueda de la historia para evitar lo inevitable, que es la sucesión de la formación socioeconómica capitalista, la cual se halla en absoluta bancarrota, por otra superior, la socialista. Y los Huerta de Soto sienten tanta aversión hacia el socialismo como el que sienten hacia la clase obrera, hacia los explotados, la clase verdaderamente revolucionaria que tiene una necesidad objetiva de emanciparse de la opresión capitalista, de emanciparse del viejo y caduco sistema de explotación capitalista, hoy en su fase putrefacta y terminal.

¿Por qué el socialismo es nocivo realmente para Huerta de Soto? Él mismo responde diciendo “En la medida en que la coacción socialista se ejerza de forma más continuada y efectiva, imposibilitará la libre persecución de fines individuales, por lo que éstos no actuarán como incentivo y no podrá descubrirse o generarse empresarialmente la información práctica necesaria para coordinar la sociedad” (Socialismo, cálculo económico y función empresarial”, pág. 99). El problema para Huerta de Soto es que en el socialismo la “coacción” no la realizará su clase social sino la clase social a la que él y los suyos oprimen hoy, el problema del socialismo para estos haraganes enemigos del género humano como los reaccionarios de la escuela austriaca de economía es que se acabe con los parásitos, los explotadores, los que viven de robar a la clase obrera, identificando al robo y la explotación como “la libre persecución de fines individuales”. ¡Ese es el problema del socialismo  para Huerta de Soto! Que el poder no lo tendría su clase social y, por eso, según este personaje el socialismo es “un error intelectual” e imposible su materialización desde “la óptica de la sociedad”, esto es, desde la óptica de los que son como Huerta de Soto que es a lo que éste reduce la sociedad de tal modo que, nuevamente, no solo manifiesta ser un iletrado en lo que respecta del socialismo, sino también un auténtico analfabeto de lo que es la ciencia económica en tanto es tan obtuso que es incapaz de darse cuenta que hoy, el desarrollo de la automatización de la producción, ya está negando dentro de la vieja base económica capitalista al capitalismo. No es la óptica de la sociedad – con la connotación que otorga Huerta de Soto a la sociedad, que para él son los ricos – quien determina la vigencia y la necesidad de un mundo socialista sino la putrefacción del sistema capitalista, que es devorado por sus propias contradicciones, donde la automatización de la producción y de los servicios socava todavía más al capitalismo ya que al sustituir a la clase obrera por la tecnología el burgués no sólo liquida su fuente de obtención de plusvalía, sino también liquida a la demanda, al comprador, cavando el propio burgués su fosa y la de su criminal sistema económico. Es el capitalismo y su inviabilidad, es la colisión entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la estrechez de las relaciones de producción capitalistas, de la propiedad privada de los medios de producción, quienes conducen al socialismo.

Vemos que para estos fascistas de la escuela austriaca socialismo es equivalente a coacción, una coacción que se realiza de una manera institucional, a través del estado. Sin embargo, en más de dos siglos nos preguntamos ¿Hay un solo país capitalista que no disponga de estado? ¿Acaso el estado burgués no un instrumento de opresión de la burguesía contra la clase obrera al objeto de garantizar un marco jurídico que legalice la explotación capitalista y otorgue todo tipo de privilegio y de dominio al burgués? A tenor de lo que aplica Huerta de Soto al socialismo, todos los estados burgueses – desde EEUU hasta la propia Argentina del descerebrado criminal Milei – serian socialistas pues mantienen al capitalismo por la vía de la represión, de la coacción, del monopolio de la violencia. Estado que en el capitalismo debe perpetuarse pues, en el fondo, el estado es la constatación de la existencia de una sociedad donde existen dos clases con intereses antagónicas y donde rige la lucha de contrarios.

Pero lejos de pretender la abolición del estado capitalista, que es un instrumento de represión, Huerta de Soto sale en defensa del estado burgués como podemos leer en el siguiente extracto del libelo que lo desenmascara y lo derrota ideológicamente ante Marx, dice “la función del juez en el derecho tradicional es de índole meramente intelectual, no debiéndose dejar influir ni por sus inclinaciones emocionales ni por su personal apreciación del resultado del fallo sobre cada parte. Si, como sucede en el socialismo, se impide la aplicación objetiva del derecho y se permite la toma de decisiones jurídicas en base a impresiones más o menos subjetivas y emotivas, desaparece toda la seguridad jurídica y los actores comienzan a apreciar que cualquier pretensión puede alcanzar amparo judicial (…)” (pág. 129)

Curioso, los que dicen estar contra el estado defendiendo el poder judicial de los estados burgueses, esto es, defendiendo el estado. Los adalides del subjetivismo censurando al socialismo, y su sistema judicial, por subjetivo y emotivo. ¿Cuál es el derecho tradicional? ¿El que sometía en el feudalismo a la burguesía? Sin duda para Huerta de Soto ese derecho es el burgués, el que le garantiza a él y a los grandes capitalistas la impunidad absoluta para explotar, para agredir a la clase obrera, para sojuzgar a los pueblos.

La ley no es más que la expresión de la voluntad de la clase dominante sobre la clase dominada, y esto es así en cualquier formación socioeconómica. Huerta de Soto y demás reaccionarios de la escuela austriaca, halagan el derecho burgués porque garantiza su dictadura, y es esencial para su mantenimiento, por eso halagan al poder judicial de los estados burgueses y, consecuentemente al estado en sí. Y repudia al socialismo porque con éste desparece “toda la seguridad jurídica” del explotador y “los actores comienzan a apreciar que cualquier pretensión puede alcanzar amparo judicial”, ciertamente, la justicia del socialismo, del poder democrático de la mayoría social – el proletariado -, arremete contra todo burgués, contra todo explotador, contra los que son reaccionarios, contra la propiedad privada sobre los medios de producción por parte de una minoría parásita. Pero hay una notable diferencia. El burgués, como Huerta de Soto, busca perpetuar el estado capitalista pues sin éste es imposible sostener su sistema económico y su sociedad dividida en dos clases antagónicas, condición ésta que implica la existencia de estado. Sin embargo, el socialismo es una fase de transición que persigue acabar con las clases sociales y, por tanto, con el estado.

Como puedes comprobar, los Huerta de Soto, Rallo, Lacalle, Milei y demás “liberales” ubican como esencia humana la función empresarial, la humanidad la reducen a los grandes capitalistas, ellos son la sociedad, la élite. La clase obrera, la mayoría de la humanidad, quien realmente genera la riqueza y mueve el mundo, no pasa de ser para estos personajes material fungible en su enriquecimiento, no llegando a la categoría de humano.

Detrás de la escuela austriaca de economía no hay más que reacción, desprecio a la ciencia y al conocimiento humano, embrutecimiento, anticomunismo y fascismo.

La existencia de los Rallo, Huerta de Soto y demás reaccionarios, su labor de militante imperialista y anticomunista, de auténtico enemigo de la mayoría obrera, su razón de existir como stopper del socialismo, demuestra, bien a las claras, la exactitud de lo que ellos pretenden desacreditar ya que son uno de los dos contendientes de la lucha de clases, de la lucha de contrarios que rigen en la sociedad capitalista. Y ello certifica la victoria de Marx, al que quieren derrotar y que en cada palabra que escriben estos tipejos que reivindican la escuela austriaca de economía no solo lo encumbran a él y a su ciencia, sino que se desnudan y muestran como sujetos anticientíficos, reaccionarios y totalmente deshumanizados.

Sólo la clase obrera y el socialismo pueden limpiar al mundo de toda esta basura capitalista y sacarlo de la barbarie imperialista que hoy azota a toda la humanidad a la que, sin piedad alguna, los capitalistas no vacilan en asesinar y deshumanizar.

 

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

¡POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

Madrid, 17 de julio de 2024

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)




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