La historia pone a cada uno en su sitio y también sirve para entender lo que pasa hoy.
Decía Bertolt Brecht que “estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo”. También decía que “los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países”.
Ni venida al pelo esta cita para reflejar lo que está ocurriendo en Europa con el éxodo de refugiados que huyen del horror de la guerra bajo temperaturas de hasta veinte grados bajo cero y que se encuentran con un laberinto de fronteras y las verjas de espino de los países neofascistas del Este que utiliza la Unión Europea para hacer el trabajo sucio.
La Unión Europea recibe con más policías y militares a los que huyen paradójicamente de las guerras provocadas por sus apetitos imperialistas como los de EEUU.
Es a esta Unión Europea a la que no quieren enterrar sino dar más autonomía los oportunistas de Podemos profundizando en su Política Común de Seguridad y Defensa (punto 327 de “Democracia Internacional” en su programa) cuyo papel es entre otros el de “desarrollar sus capacidades de defensa de forma más intensiva y a suministrar unidades de combate para misiones planificadas” o llevar a cabo “misiones en las que intervengan fuerzas de combate para la gestión de crisis” (PSCD).
En Francia, cuyo lema “liberté, fraternité, egalité” tanto obnubila a los podemitas, la emergente criatura del Frente Nacional sirve como fuerza de choque dentro y fuera del país. Miembros de sus servicio de seguridad como Claude Hermant han colaborado con el Estado francés en la organización de golpes de Estado en África. El exparacaidista y doble agente de la Gendarmería francesa está siendo procesado por la venta de armas que se usaron en los últimos atentados de París.
Gracias a la propaganda de los think tank y al trabajo de cientos de periodistas mercenarios que trabajan en los medios de comunicación controlados por la oligarquía financiera el régimen capitalista maquilla su lado más reaccionario y criminal que es el fascismo. A los campos de concentración les llaman hoy “centros de internamiento”.
Pero sobre todo es la falta de su Partido Comunista lo que impide que la Clase Obrera descubra la mentira y así trace su propio camino. Sólo será bajo la dirección de su Partido Comunista que podrá entender el momento histórico en el que vive, que dentro del capitalismo no hay solución, y que esta solución se llama Socialismo.