Estos datos dejan bien patentes la falta de medios del sistema sanitario en el Estado español, tal y como también se ha visto en imágenes, donde trabajadores de la sanidad se han tenido que ataviar con plásticos y bolsas de basura como elementos de protección individuales ante la carencia de medios.
El ministro de sanidad, en sus intervenciones públicas, ha tenido que reconocer con la boca pequeña esta realidad de carencia de medios, justificando la misma en la situación altamente adversa y especulativa del mercado del material sanitario y los problemas que ello conlleva.
Sin duda que la pandemia del coronavirus COVID-19 significa un gran negocio para las multinacionales farmacéuticas y de material sanitario, pero el ministro obvia un hecho relevante que ha conducido a la sanidad pública española a un desmantelamiento que el coronavirus ha desnudado ante el pueblo. Y es que entre 2009 y 2018 el gasto sanitario se contrajo en España en torno a 21.000 millones de euros, a lo que hay que sumar los recortes en sanidad realizados desde que gobierna Sánchez y que llevan, según la OCDE, a la realidad de que España tiene un gasto sanitario inferior en un 15% a la media de la Unión Europea. Todas las carencias, toda la falta de recursos que la sanidad pública en el Estado español muestra, son la consecuencia de la sumisión del Estado a la banca y a los empresarios mostrando su verdadero rostro, mostrando que mientras se le ha robado a los trabajadores la sanidad, la educación, el trabajo, ese dinero se ha entregado a manos llenas a los monopolios y a los bancos, los cuales según los propios capitalistas reconocen deben 67.000 millones del rescate bancario, dinero que no han devuelto ni lo van a devolver. Los capitalistas, entre los que hay que contar a sus partidos políticos – donde descuellan PSOE y PP, junto con sus socios y aliados como, por ejemplo, PODEMOS-IU/PCE – , son responsables de este robo.
¡Pero no nos equivoquemos! El Estado capitalista cumple su función de distribuir la riqueza a favor de la burguesía, es una de sus funciones, robar al obrero para entregárselo al burgués, que es la médula espinal sobre la que gira el capitalismo: el robo al pueblo, a la clase obrera, a quien genera toda la riqueza. Sin duda, gran parte de estos más de 4.000 muertos deben ubicarse sobre las espaldas de aquéllos que han deteriorado la sanidad y la han llevado a la situación de precariedad en la que se encuentra hoy para darle esos recursos económicos, generados por la clase obrera, a los bancos y a los empresarios.
Esa transmisión general, en términos económicos, de capital transferido hacia la burguesía, también se ha reproducido en el sector sanitario, de tal modo que desde el propio Estado, más del 10% del dinero público invertido en sanidad va para la sanidad privada por la vía de los conciertos.
Sin esta realidad, sin el recorte en la sanidad pública en la última década y el proceso de la privatización de la sanidad llevado a cabo por los esbirros de los monopolios, con toda seguridad la situación de la Sanidad pública hoy sería otra para encarar a la pandemia. El desabastecimiento y la falta de material sanitario para combatir al coronavirus es la consecuencia del capitalismo monopolista y de la sumisión del Estado a los intereses de la banca y de los monopolios, del sometimiento al imperialismo europeo representado en la UE, de la modificación del artículo 135 de la Constitución.
Ahora, con una sanidad pública desmantelada por la política de los monopolios a través de sus partidos políticos, todos ellos financiados por éstos, el ministro de sanidad nos habla de que el Estado está acudiendo al mercado, un mercado en palabras suyas “complicado” y “desbordado”, viéndose obligado a acudir a él ante el desabastecimiento existente.
El pasado 25 de marzo, el diario La Vanguardia publicó una entrevista al exvicepresidente del Bank of America Jonathan Tepper, donde decía que “La pandemia muestra lo peligroso que es dejar a cuatro empresarios repartirse la fabricación, por ejemplo, de respiradores, medicamentos o tests”. En esa entrevista, este capitalista caracteriza a la perfección lo que llaman “Mercado” respondiendo a las siguientes preguntas:
A la pregunta “¿Por eso nos faltan ahora respiradores?”, responde “Nos faltan, porque hemos permitido que durante años cuatro conglomerados se repartieran el mercado de respiradores”.
A la pregunta “¿Son sólo cuatro?” responde “Pueden parecer más, pero detrás de muchas empresas están esos cuatro grandes conglomerados que pactan producción y precios”.
A la pregunta “¿Y cómo se reparten el mercado?” responde “Pues como la mafia de Chicago: este producto es para ti, este otro para mí y no fabriquemos demasiado del nuevo no sea que tengamos que bajar precios”.
Una vez caracterizado “el mercado” por alguien que es capitalista, con respecto de los monopolios, que en realidad son el mercado, señala que “sólo nos perjudican. Y si quiere, le doy más ejemplos sangrantes en la sanidad” y expone un par de ejemplos:
“Valeant compraba pequeñas farmacéuticas que fabricaban en exclusiva un medicamento. Adquirió 34 laboratorios con sus patentes: en el 2015 aumentó el precio de Glumetza, su medicamento estrella para la diabetes: pasó de costar 572 dólares a 5.148. (…) El Zegerid, para el reflujo gástrico, pasó de costar 421 dólares a 3.034. En un sólo día multiplicó por 2.700% el precio de un tratamiento de desintoxicación por plomo”.
Este es el rostro del capitalismo monopolista, del capitalismo putrefacto, del imperialismo. El coronavirus no sólo está retratando el desmantelamiento de los servicios públicos, de la sanidad pública, que no es más que la transferencia de riqueza a favor de los monopolios y la consagración del robo a los trabajadores, sino que nos muestra cómo los Estados y sus gobiernos son peleles de las multinacionales, de los monopolios. Lo que llama el ministro de sanidad “el mercado” no son más que unos monopolios, en el caso de los respiradores y demás material sanitario son “cuatro conglomerados”, cuatro grupos multinacionales que se reparten el mercado “como la mafia de Chicago” y restringen la producción, para elevar al máximo el precio. El sistema es la usura, es el robo a mano armada, es criminal.
El coronavirus para los capitalistas, para los monopolios, es un gran negocio, es la forma de saquear, todavía más, a los pueblos y este saqueo se hace con la aquiescencia de los Estados y sus corrompidos gobiernos, no dudando en jugar con la salud y la vida de las personas. Jonathan Tepper pone dos ejemplos de cómo los monopolios multiplican el precio de dos medicamentos por 10.
El pasado 16 de marzo, la web de la BBC en un artículo titulado “Coronavirus: las impresoras 3D salvan al hospital con válvulas” indicaba, “Una empresa de impresoras 3D en Italia ha diseñado e impreso 100 válvulas de respiración que salvan vidas en 24 horas para un hospital que se había quedado sin ellas (…) La producción de la versión impresa en 3D cuesta menos de 1 euro (90 céntimos)”. En el blog de internet norteamericano Techdirt, el pasado día 17 de marzo, el experto en tecnología Glyn Moody escribe, con respecto a lo que informó el artículo anterior de la BBC, un artículo titulado “Voluntarios imprimen en 3D una válvula de 11.000 dólares sin disponibilidad, por 1 euro para mantener vivos a los pacientes de Covid-19; el fabricante original amenaza con demandar”. Ahí tenemos lo que es el capitalismo en su fase monopolista (imperialismo), el robo institucionalizado.
Y es que en la época del imperialismo, las mercancías no se venden al precio de producción sino al precio monopolista el cual no sólo contiene los gastos de producción sino la elevada ganancia monopolista, fruto de un grado de explotación máxima del trabajador, del desarrollo de la tecnología, del expolio y el saqueo a sangre y fuego de los pueblos, de la guerra imperialista.
El pasado 24 de marzo, el diario La Vanguardia publicaba un artículo titulado “La especulación en el mercado bloquea la llegada de material sanitario a España” que señalaba lo siguiente con respecto de los problemas que España se estaba encontrando en relación de la compra de material sanitario (Equipos de Protección Individuales, mascarillas, ventiladores, etcétera):
“La realidad, sin embargo, es más compleja y tiene que ver más con lo que está ocurriendo en un mercado internacional. Por un lado, cuando en China explosionó el virus se quedó con todo el material que se fabricaba en su territorio, que es como decir que se quedó con todo. Poco después, y en previsión de lo que pudiera venir, una buena parte de los países europeos empezó a realizar pedidos a una China que tras aprovisionarse empezó a producir para el resto.
En el caso de España, el problema es, según explican a este periódico fuentes empresariales, que las dos grandes distribuidoras de estos equipos en los hospitales, ubicadas en Francia y Alemania, dejaron de vender. No por motu propio, sino por orden de sus gobiernos. A primeros de marzo, con el virus azotando Italia y comenzando en España su expansión, Francia y Alemania decidieron requisar todos los productos y la producción de los mismos para evitar quedarse sin ellos cuando el Covid-19 llegará a sus territorios. Italia, abandonada, alzó la voz contra una decisión contraria al espíritu de la UE. En la reunión de los ministros de Sanidad de la UE, hubo reproches a la actitud de los gobiernos galo y alemán, que se mantuvieron en sus trece (…) Esto ha obligado a abrir el mercado a otras empresas y distribuidoras que están haciendo su agosto con el Covid-19. Multiplicando los precios de una manera desorbitada e imponiendo unas condiciones hasta ahora nunca vistas: pago por adelantado sin garantizar el plazo de entrega de la mercancía, según indican a este periódico fuentes de la Administración. Y, por supuesto, un mercado negro, del que los gobiernos intentan huir como pueden. Ante esta situación y las dificultades de las comunidades en adquirir estos materiales, el Gobierno decidió el 10 de marzo centralizar la compra de bienes sanitarios, o lo que es lo mismo: unificar los encargos para acceder a grandes cantidades más rápido y a mejor precio”.
¡Ahí se aprecia lo que es la UE! Un club imperialista, un instrumento de los monopolios de Europa para defender sus intereses, importándoles bien poco las vidas humanas de sus pueblos, un instrumento de los monopolios para explotar a los trabajadores europeos y para satisfacer sus necesidades imperialistas de saqueo de las riquezas de otros países, al objeto de maximizar sus beneficios.
Los monopolios alemanes y franceses, los más potentes de Europa, han impuesto sus intereses en el club imperialista de la Unión Europea, no dudando en saquear a los países del sur de Europa, con el apoyo de los vendidos gobiernos de España, Italia, Portugal y Grecia que no han dudado en ser dóciles con dichos monopolios y han accedido a agudizar la explotación y el saqueo de sus propios ciudadanos, de los trabajadores de esos pueblos. No es casual que en Alemania haya menos mortalidad que en España o en Italia con respecto de la pandemia del coronavirus, los recortes sociales impuestos en esta última década ha producido una transferencia de capitales desde los Estados del sur de Europa hacia Alemania, fundamentalmente. Los más de cuatro mil muertos, por el momento, en nuestro país tienen responsables: El capitalismo monopolista de Estado español y la Unión Europea.
También se comprueba, nuevamente, la faz del capitalismo, del orden mundial imperialista, que no es más que el robo institucionalizado y legalizado, el beneficio económico de las multinacionales por encima de la vida de las personas. Esta pandemia está siendo una tumba para nuestros ancianos, para la clase obrera a la que se le niega en gran parte, incluso, la cuarentena, pero es un negocio para las multinacionales, para los monopolios: “Multiplicando los precios de una manera desorbitada e imponiendo unas condiciones hasta ahora nunca vistas: pago por adelantado sin garantizar el plazo de entrega de la mercancía, según indican a este periódico fuentes de la Administración”.
Los sucesivos gobiernos del Estado español de PSOE y PP, fieles siervos de las multinacionales y del imperialismo europeo y norteamericano, no han dudado no sólo en sacrificar al pueblo siempre que ha hecho falta, sino que no ha dudado en desmantelar la industria con el apoyo de las traidoras centrales sindicales al servicio del Estado de los capitalistas: CCOO y UGT. La internacionalización de las Empresas y la deslocalización de éstas y el papel que el proyecto imperialista europeo, la UE, otorga a España el ser dependiente de los monopolios, del exterior, al tener una economía basada en el sector servicios y el turismo, hacen que el país esté completamente desguarnecido y que, en casos como el que acontece hoy, deba salir al mercado, o lo que es lo mismo, deba ser pasto del expolio para combatir el desabastecimiento de bienes vitales para la vida de los ciudadanos.
Como decía el Che, “el capitalismo es el genocida más respetado del mundo”. Como se puede apreciar, nos encontramos ante un orden mundial decadente que debe morir por el bien de la humanidad. Es necesario construir un mundo donde el desarrollo ilimitado y multilateral del ser humano y la vida digna de éste sean el centro sobre el que pivote la vida económica y social en el planeta. El objetivo no puede seguir siendo el beneficio de una minoría criminal y asesina, como es la burguesía, a costa de la vida y la miseria de la inmensa mayoría de los seres humanos que habitan el planeta. Hay que poner la economía al servicio del desarrollo del ser humano, de la vida en el planeta en harmonía con la naturaleza, de la que forma parte el hombre.
El capitalismo es, objetivamente, un obstáculo para el desarrollo de la humanidad, es enemigo de la humanidad y pone en serio peligro la vida en el planeta. El imperialismo sólo se puede sostener por la violencia, y únicamente puede ofertar más miseria para las masas proletarias, para los campesinos, y más represión, más reacción, más fascismo, y en este escenario también se halla el Estado español. Hoy en el mundo la contradicción que rige, con más fuerza que nunca, es la lucha entre el socialismo – la aspiración de las masas trabajadoras del mundo – y el imperialismo – la máxima aspiración de los monopolios para perpetuar su régimen explotador -, que es la lucha entre la vida de la humanidad o su extinción. Por ello, más que nunca, tanto en el mundo como en el Estado español, adquiere una dimensión mayor la consigna ¡Socialismo o barbarie!
¡Por el Frente Único del Pueblo!
¡Contra el Imperialismo, Fuera de la Unión Europea, Fuera de la OTAN!
¡Socialismo o barbarie!
Madrid, 27 de marzo de 2020
Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español (P.C.O.E.)