El sistema educativo exhibe, una vez más, su carácter de clase

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A medida que pasa el tiempo se está haciendo cada vez más patente que la crisis del COVID-19 ha acentuado, más aún, el retroceso de la clase trabajadora. Se clarifica de nuevo que las crisis las pagamos las clases populares y los beneficios y el rédito se lo lleva la clase parásita de la burguesía y sus títeres burócratas y parlamentarios. El día 2 de abril conocíamos que los puestos de trabajo perdidos desde el inicio del Estado de Alarma ascendían a 900.000, elevando la cifra de parados a 3’5 millones. En otras palabras, en 15 días se ha perdido tanto empleo como en los 5 meses que acompañaron el estallido de la crisis de 2008.

La pandemia no ha hecho otra cosa que acelerar algo que era inevitable y que el PCOE lleva advirtiendo durante años: la caducidad del sistema capitalista es tal que ni si quiera es capaz de afrontar una enfermedad con una tasa de letalidad del 2% al 4%. Esto es, entre otros motivos, debido a que la temporalidad y el empleo precario impulsado por quienes nos roban la riqueza todos los días, la burguesía, no pueden mantener un sistema público en condiciones, y en consecuencia se obtienen los recortes en sanidad, pensiones, educación, etc.

En materia de educación, ya hablamos en otro artículo que la educación pública, por mucho que se defienda, en el capitalismo sólo favorece a la burguesía, tanto en contenido, como en valores y en metodología. Así, los alumnos que tienen orígenes humildes tienen más complicado el aprendizaje y la adquisición de unos conceptos mínimos que les permitan desarrollarse como plenos seres humanos a lo largo de sus vidas. Así, el informe de 2018 llamado “Desigualdades socioeconómicas y rendimiento académico en España” y elaborado por el Observatorio Social de “la Caixa”, establece los siguiente puntos clave entre otros:

“1. A la edad de 15 años, se constata la existencia de una brecha de 82 puntos PISA (equivalentes a dos años de escolarización) entre los alumnos de hogares con un mayor nivel socioeconómico y aquellos de hogares con un menor nivel socioeconómico.
2. En España, la pertenencia a un hogar situado en el cuartil inferior de nivel socioeconómico multiplica por 6 el riesgo de obtener un rendimiento académico muy bajo. […]
4. Los resultados de las pruebas de lectura llevadas a cabo a los 10 años muestran diferencias considerables según el nivel socioeconómico y cultural de las familias. Tal desigualdad aparece temprano en la vida de los jóvenes y luego se mantiene o queda exacerbada durante la educación secundaria.”


Por tanto, ya sea pública, concertada o privada, la cuestión de clase siempre estará presente en el capitalismo, pues esta rezuma de todos sus poros.

Más aún se ha hecho patente esta cuestión al declararse el Estado de Alarma el 14 de marzo de este año. Y es que a la clase política “progresista” en el gobierno actual le ha salpicado en la cara el sistema educativo mediocre que se imparte en este país, siendo incapaces de garantizar el derecho a la educación de forma telemática durante el tiempo que dure el confinamiento. Esto ya no es sólo algo que afecta a los alumnos (niños, adolescentes y adultos), sino que afecta también a los profesores. Ambas partes se han visto abarrotadas de una carga de trabajo completamente desproporcionada por la falta de medidas y medios realmente efectivos.

Por un lado, nos encontramos con la llamada “brecha digital”, esto es, la existencia de familias con limitaciones de acceso a internet o las nuevas tecnologías. Pedro Sánchez sacaba pecho hace unos días con que España se había convertido en “el quinto país del mundo con mayor tráfico de datos en Internet” ante esta nueva situación. No obstante, no cuenta la marioneta del Estado que un 70% de los españoles tiene un nivel de competencias en las nuevas tecnologías básico o inferior, sin contar que un 8% de los hogares españoles ni si quiera cuenta con conexión a la red. Estos datos muestran la dificultad con la que las clases populares recibirán una docencia en condiciones en sus casas, frente a los hijos de familias adineradas con mayor acceso a las nuevas tecnologías.

Por otro, el profesorado (al que también afecta la brecha digital) se encuentra con que debe realizar evaluaciones en muchos casos con la mínima información, el uso de entornos/plataformas improvisados por las Consejerías de Educación, una comunicación con el alumnado mucho más deficiente… Y todo esto dando palos de ciego, improvisando, muchas veces siendo informados de las novedades de la situación actual a través de la prensa o los telediarios antes que por vías internas. Además de que todas las medidas tomadas y por tomar son, por definición, una suerte de despotismo ilustrado: educar sin los educadores.

Vemos por tanto que las instituciones de la Educación en el capitalismo ni escuchan a los trabajadores que la necesitan ni escuchan a los trabajadores que la imparten. En este sistema se impone el sálvese quien pueda, lo cual sólo deja atrás a los trabajadores que con el sudor de su frente pagan las comodidades de la burguesía. Es necesaria, entonces, una verdadera educación popular. Una educación en valores obreros, en la que los mediadores sean el profesorado y las familias, no ningún burócrata intermediario. La posibilidad de llevar esto a cabo sólo podrá materializarse construyendo el socialismo y que los trabajadores sean productores y dueños de las fábricas, del campo, de las escuelas… Por ello, desde el PCOE impulsamos la creación del Frente Único del Pueblo, punto de encuentro de trabajadores de todos los sectores, de parados, de jubilados, de estudiantes, de amas de casa… para juntarnos de una vez por todas y acabar con este sistema putrefacto que sólo genera pobreza, incultura e ignorancia.

¡Por una educación obrera!
¡Camarada, construyamos el Frente Único del Pueblo!
¡Por el Socialismo!


Secretaría de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)



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