En un anterior artículo nuestra organización ya habló de la influencia de la Iglesia Católica (en general) y del obispo Demetrio Fernández (en particular) entre los grupos abiertamente reaccionarios del Estado español y de cómo siguen teniendo privilegios a pesar de que la constitución del 78 lo califica de “aconfesional”.
En esta ocasión hablaremos del evento tenido lugar el pasado 16 de octubre en la ciudad de Córdoba, donde el reaccionario Demetrio Fernández dirigió la beatificación de “127 mártires de la Iglesia”, presidida por un representante del papa Francisco, el cardenal Marcello Semeraro. Estos supuestos mártires son hombres de la Iglesia que durante la Guerra Civil Española se posicionaron a favor de los golpistas contra el gobierno del Frente Popular, abrazando la doctrina que más tarde sería conocida como “nacional-catolicismo”. De esta manera, la Iglesia Católica (una vez más) se posiciona a favor del discurso fascista al calificar a unos enemigos políticos en un contexto bélico de “mártires”, ya que no fueron perseguidos por sus creencias religiosas, habiendo católicos como el militar Vicente Rojo que lucharon a favor del Frente Popular o incluso sacerdotes que fueron ejecutados por los fascistas por no compartir sus ideas ni sus métodos. De igual manera, fueron militantes del Partido Comunista quienes protegieron a religiosos no-belicosos como las monjas de la Orden de las Reparadoras en Madrid o en Cataluña frente al anticlericalismo anarquista, desmintiendo el mito de la “persecución roja” fomentada por el franquismo.
Se ignora también que a través de la Carta Colectiva del Episcopado, todos los obispos españoles (a excepción de dos) se posicionaron abiertamente con el fascismo golpista en 1937, avalando el extermino y la represión hacia obreros y campesinos. Fue precisamente un fraile capuchino, Gumersindo de Estella, que atendió espiritualmente a los que iban a ser fusilados por los fascistas en Zaragoza, quien dijo:
“Cuánta ignorancia hay en el cerebro de algunos curas, cuánto daño hacen ciertos clérigos a la república de Cristo, y luego, si llega una revolución y matan a sacerdotes, ah, entonces somos mártires del cristianismo. Y quieren que el cristianismo y la Iglesia los defienda y los eleve al honor de los altares. ¿Esos tales son mártires? Si ellos son los que provocan la matanza…”.
Como ya se ha comentado, el evento de la beatificación contó con un representante del papa Francisco. Este pontífice, siguiendo la postura de la Iglesia Española, “alabó” a las figuras beatificadas, comparándolas con las actuales víctimas cristianas de grupos terroristas como ISIS en Siria e Irak. Curioso despropósito expresado por alguien a quien tanto por los herederos políticos del nacional-catolicismo (PP y VOX principalmente) así como la izquierda al servicio del sistema capitalista (PSOE y Unidas Podemos) califican de “comunista” a raíz de sus declaraciones pidiendo la reducción de la jornada laboral y la creación de un salario universal. Nada de comunista tienen las palabras y acciones del papa Francisco y quienes lo hacen (aunque sea por un fin claramente partidista) desconocen (o quieren ocultar) la historia contemporánea de la Iglesia Católica.
El 15 de mayo de 1891, ante el aumento de una conciencia obrera manifestada en una organización a través de sindicatos dirigidos por trabajadores socialistas en el auge de la llamada Revolución Industrial, el papa León XIII promulga su encíclica “Rerum novarum” (en latín, “De las cosas nuevas”) con la intención de hacer de cortafuegos a la revolución. En esta encíclica, León XIII dice mostrar preocupación por la situación de los trabajadores y apoya la creación de sindicatos, pero al mismo tiempo, criticaba a los socialistas diciendo que “agravan la condición de los obreros” y defiende el mantenimiento de la propiedad privada de los medios de producción. Esta doctrina social por parte de la Iglesia Católica no sería muy diferente a la que posteriormente tendrían en el siglo XX doctrinas como el fascismo, el nazismo o el falangismo, ya que empleaban una retórica anticapitalista al mismo tiempo que defendían la propiedad privada y atacaban al socialismo. De igual manera que su antecesor, el papa Francisco busca ponerle parches al capitalismo sin ir a la raíz del problema, retrasando el avance hacia el socialismo, y, por ende, del comunismo. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que oportunistas de la calaña de Yolanda Díaz (que ya alabó en la pasada fiesta del PCE a Joe Biden) o Pablo Iglesias digan que el papa “habla como un comunista”.
Otro papa más reciente, el polaco Karol Wojtyla, conocido como Juan Pablo II, también hizo críticas al sistema capitalista en su encíclica “Centesimus annus” (en latín, “Centenario”) en ocasión del centenario de la promulgación de “Rerum novarum” en 1991. En la misma, Juan Pablo II habla del capitalismo como “economía de mercado”, “economía de empresa” o “economía libre”, culpabilizándolo del advenimiento del comunismo en Europa y advirtiendo de que podría darse de nuevo si esas pasadas condiciones se repiten. No obstante, nadie en su sano juicio calificaría a Juan Pablo II de comunista, ya que busca lo mismo que la socialdemocracia, una reforma del capitalismo, la misma meta del Papa Francisco. Por otro lado, bajo el pontificado de Juan Pablo II, el Vaticano financió al grupo sindical Solidarnosc (en español, “Solidaridad”, mismo nombre del sindicato de la patronal fundado por VOX), liderado por el reaccionario Lech Walesa, que combatió al socialismo de la República Popular de Polonia. Por otro lado, durante su visita a Nicaragua, Juan Pablo II tuvo posturas muy hostiles hacia la Iglesia Popular (vinculada a la Teología de la Liberación, que tuvo un importante papel en el derrocamiento de la dictadura de los Somoza), suspendiendo de sus labores como sacerdotes a aquellos que formaban parte del gobierno sandinista. Con estos dos episodios bajo un mismo papado, podemos apreciar que la Iglesia como institución no busca el bienestar de la clase trabajadora, sino todo lo contrario.
La misma Iglesia que goza de tantos privilegios (políticos, económicos, sociales…) en un Estado supuestamente aconfesional, insiste constantemente en una supuesta persecución hacia la misma en la actualidad. Ya el anterior papa, el alemán Benedicto XVI, que también beatificó a este tipo de “mártires” de la Guerra Civil, denunció durante una visita al país “el vivaz enfrentamiento entre fe y modernidad” que le recordaba al “anticlericalismo y secularismo fuerte y agresivo de la década de los años treinta” en 2010.
Entre esos supuestos actos de persecución, por citar un ejemplo de nuestra ciudad, está el tratar de prohibirle a un grupo ultracatólico el rezar ante una clínica abortista para evitar el acoso psicológico a las mujeres que acudieran a la misma. Esto produjo uno de los episodios más esperpénticos de un Pleno del Ayuntamiento de Córdoba, con Paula Badanelli, portavoz del grupo fascista VOX, rezando un Avemaría ante las cámaras. Todo esto, hay que insistir, en un estado supuestamente aconfesional y donde el aborto se considera un derecho.
Un ejemplo más lo tenemos en otro lugar de la provincia, concretamente en Aguilar de la Frontera, donde el derribo de una cruz frente a una iglesia en enero de este año fue visto como un ataque al cristianismo, pese a que la misma no fue quitada por ser un símbolo cristiano, sino por haber sido erigida en honor a los caídos en el bando franquista. Junto a la denuncia del obispo Demetrio, se encontraban los fascistas de VOX y la organización de Abogados Cristianos, vinculados con el grupo paramilitar mexicano conocido como el Yunque.
Al contrario que la izquierda del régimen (PSOE-Unidas Podemos-PCE…), el Partido Comunista Obrero Español (PCOE) no defiende las declaraciones del actual papa (así como tampoco la doctrina social de la Iglesia), sino que luchamos por la destrucción completa del sistema capitalista por el bien de la clase trabajadora. De igual modo, denunciamos el revisionismo histórico en torno a la Guerra Civil que desde sectores de la Iglesia y en especial desde el Vaticano se lleva practicando desde la época de Pío XII, con su reconocimiento y fuerte alianza con el régimen franquista y que pervive hasta nuestros días, como demuestran estas beatificaciones, sea con Benedicto XVI o con Francisco.
Como ya denunciamos, la figura del obispo Demetrio Fernández no deja de ser una herencia del nacional-catolicismo, ya que al igual que sucedió con otras instituciones del régimen franquista (Ejército, policía, funcionariado…) no hubo una purga de los elementos reaccionarios dentro de la Iglesia Española. De manera hipócrita, el pasado mes de septiembre, el obispo Demetrio hacía un llamado a los católicos a acoger inmigrantes cuando es un abierto defensor de un partido fuertemente xenófobo como es VOX.
Finalmente, desde el Comité Provincial del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en Córdoba, defendemos el socialismo como único garante de un laicismo real y efectivo.
Por el socialismo y un auténtico estado laico
Contra el revisionismo histórico de la Iglesia Católica
Contra el Nacional-Catolicismo
Comité Provincial del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en Córdoba