Mientras se especula con los productos alimentarios y miles de familias no consiguen llenar la cesta de la compra por la carestía de los productos, el CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, órgano dependiente del Ministerio de la Presidencia, lanza un estudio sobre los gustos de los españoles respecto a la tortilla y la cebolla que ha tenido amplia difusión en los medios de comunicación. La noticia ha corrido como la pólvora por los diferentes canales de televisión y radio, los españoles la prefieren con cebolla, cosa que no nos tranquiliza en absoluto.
Las alzas generales en el precio de productos básicos como el arroz, las patatas, el aceite de oliva y un largo y penoso etcétera, hacen que miles de familias trabajadoras tengan que reducir cuantitativa y cualitativamente sus condiciones de alimentación. Miles de familias obreras han tenido que reducir su condumio y lanzarse a los productos procesados y ultra procesados por ser más económicos y donde prima las grasas trans, por poner una sola de las consecuencias. Esta reducción y precarización afecta claramente sobre la salud de las personas e, indudablemente, reduce su esperanza de vida.
Mientras todo esto ocurre, el CIS, con su vocación de servicio al capital, y sirviéndose de los medios de comunicación afines, lanza esta “valiosa” encuesta que pretende difuminar la verdadera esencia del problema, desviando la atención, y que no es otra que la precarización extrema de las condiciones de vida de la clase obrera y la especulación con el último extremo al que podía llegarse, después de especular con la luz, los alquileres y un largo etcétera que forma parte de la naturaleza intrínseca del capitalismo. El salario, como lo definía Karl Marx, ya no es lo estrictamente necesario para mantener al obrero vivo, la reproducción de la mano de obra y que éste se halle en perfecto estado para la jornada siguiente, ahora ya ni llega y todo esto no tiene nada de inocente. Ya existe un remanente de mano de obra debido al perfeccionamiento de los medios de producción, que no repercuten en el bienestar del obrero sino en la acumulación del capital.
En un régimen económico donde prima la progresiva robotización del trabajo, pronto habrá grandes excedentes de mano de obra, por lo que el sistema capitalista ya no tiene la obligación de mantener a amplios estratos de la población. Además, el recorte de la esperanza de vida puede ayudar a la “sostenibilidad”, por ejemplo, del sistema de pensiones. Como decía Cristine Lagarde cuando era presidenta del Fondo Monetario Internacional respecto a las pensiones “los europeos duráis mucho y eso es un problema”.
A todo esto, destacar que la carestía en los productos alimentarios no revierte en los trabajadores del campo, que ven como suben los precios de sus propios productos y ellos quedan fuera de ese incremento sin siquiera, muchas veces, poder rentabilizar su cosecha.
Como respuesta a todo esto, el gobierno ha quitado el 4% de IVA de algunos productos básicos que rápidamente ha sido rapiñado por las grandes superficies y ha lanzado un cheque único de 200 euros que no ha llegado a casi nadie, que no resuelve nada, pero que ha tenido gran difusión en los medios de comunicación, como una gran medida del gobierno más progresista de la historia. Todo esto unido a las largas filas del hambre que vemos en las colas de la beneficencia para conseguir comida, las noticias sobre los niños que pierden la posibilidad de acogerse a una beca de comedor que, en muchos casos, les garantiza la única comida caliente y un sinfín de calamidades más, hacen que la única posibilidad clara que se le ofrece a la clase obrera sea la liquidación de este sistema caduco y asesino.
Todo esto demuestra que el capitalismo es un sistema putrefacto que sólo se sostiene por su lucha ideológica, como podemos ver en la tergiversación de la verdadera esencia del problema de la nutrición por parte de las instituciones asociadas al estado lacayo, que para el CIS es si la tortilla debe o no llevar cebolla y sus medios de comunicación afines. En su fuga hacia delante va dejando el camino sembrado de cadáveres y está obligado a someter a la clase trabajadora a nuevos incrementos en el nivel de violencia para mantener su privilegio y expolio. Por lo tanto, la única salida posible para la clase obrera es su completa demolición. La clase obrera no tiene futuro dentro de este régimen y debe organizarse en el Frente Único del Pueblo hacia la construcción del Socialismo como única vía posible de supervivencia unificando en él todas las luchas.
¡POR EL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO!
¡POR EL SOCIALISMO!
Domingo, 1 de octubre de 2023
Comisión de Agitación y Propaganda del Comité Central del P.C.O.E.