En las últimas semanas han salido a la luz nuevas infiltraciones policiales en Madrid. El primer caso que se desveló era el de una policía infiltrada en Distrito 104, del barrio de Aluche, y del Movimiento Antirrepresivo de Madrid, y el segundo caso que ha sido desvelado es en Distrito 14 del Barrio de Moratalaz. Estas dos infiltraciones policiales han sido hechas públicas y confirmadas gracias al trabajo militante de las organizaciones en las que han podido desvelar su verdadera identidad.
Estas actuaciones represivas contra los colectivos organizados y militantes de Madrid no nos sorprenden, pues durante el pasado año ya salieron a la luz varios casos en otras partes del Estado y porque estas tácticas han sido empleadas sistemáticamente durante el franquismo y la «democracia». Tampoco nos sorprende el nivel de impunidad que tienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para infiltrarse en movimientos sociales sin ningún tipo de explicación, amparándose en leyes con redacciones genéricas donde cabe todo. Sus objetivos son claros: intentar controlar y mantener dentro de unos cauces a toda la disidencia que quiera romper con este sistema que nos explota y nos oprime y también desactivándola.
Todas las infiltraciones policiales en cualquier Estado burgués nos demuestran que su objetivo es el de llevar a los movimientos hacia la inactividad y la inoperatividad para que ellos puedan seguir viviendo a costa del sufrimiento ajeno, además de provocar miedo y rechazo a ser encausados a aquellos que militamos. Pero eso no quita que también seamos conscientes de que cuando se viven de cerca estas actuaciones policiales afecten emocionalmente, porque, a parte de tener como objetivo obtener información de los colectivos, intencionadamente también buscan derrotarnos psicológicamente y que perdamos la confianza en el resto de compañeros de lucha, pues durante su etapa de infiltrados buscan generar vínculos personales para que luego el choque emocional sea más fuerte, pérdida de confianza que puede transformarse en obsesión mientras se sigue militando o abandono de la lucha al no sentirse uno seguro en un espacio donde se supone había afinidad.
Aun con todo esto, y pese a que algunos de nosotros nos veamos obligados a dar un paso atrás para poder digerir situaciones así, hay un denominador común: que la tempestad forja la conciencia de clase que nos permite entender mejor el mundo que nos rodea y nos da la fuerza necesaria para poder transformarlo. De eso no cabe duda, se tarde más o menos en levantarse.
Con todos estos atropellos contra las organizaciones vecinales, movimientos antirrepresivos, partidos políticos comunistas, etc., se demuestra aún más que es vital una organización de la clase obrera firme y centrada en su unidad que nos permita tener la fuerza necesaria con la que repeler sus golpes y avanzar cualitativamente como clase, o de lo contrario, como estamos viendo con nuestros propios ojos, cada vez este Estado criminal tendrá un carácter más abiertamente fascista.
¡Ante un sistema quebrado, la alternativa es revolucionaria!
¡Por el fortalecimiento del Partido Leninista!
¡Por la unidad de la clase obrera!
Comité Regional del PCOE en Madrid