Puigdemont, un fascista más

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El pasado domingo 25 de noviembre de 2018, Carles Puigdemont escribía en las redes sociales un mensaje, en lengua inglesa, donde expresaba lo siguiente: “All solidarity with Ukraine and its people on the 85h anniversary of #Holodomor. We shall always remember the millions of víctims at the hands of the Soviet regime”, que, si lo traducimos al castellano sería, “Toda la solidaridad con Ucrania y su población en el 85 aniversario de #Holodomor. Siempre recordaremos a los millones de víctimas a manos del régimen soviético”.

 

Horas después, y por el mismo canal, ante las justas y merecidas críticas recibidas, Carles Puigdemont remitía a los que le criticaban a que se documentaran, adjuntando “la Declaració Institucional del Ple del Parlament amb motiu del 75è aniversari de la Fam Artificial a Ucraïna” de 13 de junio de 2007.

 

Cuando los fascistas del PSOE, o los oportunistas de PODEMOS/IU/PCE, culpabilizan hipócritamente a  PP y C’s de blanquear al fascismo y del auge de éste, pretenden que olvidemos que han sido ellos, como siempre, los primeros que así lo han hecho aprobando Declaraciones Institucionales como a la que se refiere Puigdemont, pues no hay que olvidar que dicha declaración del Pleno del Parlament de Catalunya se hizo en la época del Tripartit, con Montilla de President, y cuando PSC, ERC e ICV (organización heredera del PSUC y socia de IU), tenían mayoría parlamentaria. Estos oportunistas no sólo repetían las consignas nazis de Göebbels, sino que incluso hoy siguen maquillando al fascismo haciendo ver que PP y C’s no son fascistas.

 

En dicha Declaració Institucional de junio de 2007, el Parlament de Catalunya señalaba lo siguiente: “El Parlament de Catalunya manifiesta el rechazo del genocidio perpetrado en Ucrania por el Gobierno totalitario de Stalin entre los años 1932 y 1933 – conocido como la Gran Hambruna Artificial -, un totalitarismo que llevo a la muerte a más de 10 millones de personas. Asimismo, hace un llamamiento a continuar trabajando por la paz y la convivencia entre los pueblos, y expresa el rechazo de este crimen vergonzoso contra la población civil cometido durante el gobierno de Stalin”.

 

El Pleno del Parlament de Catalunya en 2007, esto es, los oportunistas de PSC, ERC e ICV, los corruptos de Convergència y los fascistas del PP, señalaban en su Declaració Institucional de junio de 2007 que “el genocidio perpetrado en Ucrania por el Gobierno totalitario de Stalin entre los años 1932 y 1933 (…) llevo a la muerte a más de 10 millones de personas”.

 

Uno de los diarios de las cloacas del Estado, totalmente escorado  hacia la extrema derecha como es OK Diario del reaccionario Eduardo Inda, publicaba el 1 de agosto de 2017 un artículo titulado “Holodomor: El genocidio secreto que asoló la sociedad ucraniana”, en el que dicen “la resistencia fue aplastada sin piedad por el Comité Central del PCUS, a través del aumento de las cuotas, las detenciones, los fusilamientos y una hambruna artificial y generalizada que tras la contienda sumó más de un millón y medio de víctimas”.

 

Otro diario de extrema derecha, el ABC, el pasado 31 de agosto en un artículo titulado “Una mala cosecha: la excusa de Stalin para someter a Ucrania a la ‘miseria y a la brutalidad’”, señalaba, “No existen cifras oficiales sobre el genocidio, pero según nuevas investigaciones el número de muertos por inanición, represión, abandono, frío, o trabajados extenuantes podría haber llegado a 6 millones de personas”.

 

Como se puede ver, la Declaració Institucional del Parlament de Catalunya con mayoría de PSC, ERC e ICV, en la que se ampara Puigdemont para exhibir su anticomunismo, sobrepasa por la derecha a estos dos diarios de la extrema derecha.

 

Reseñable es lo que expresa el artículo del ABC, reconociendo que “No existen cifras oficiales sobre el genocidio”, pero, sin embargo, este libelo fascista no duda en lanzarse a expresar una cifra, en este caso 6 millones de muertos, y a señalar la existencia de genocidio. Debemos señalar que sí que hay cifras oficiales, por lo que el ABC miente doblemente, ya que el Comité Central del PCUS, en la época del traidor Gorbachov, concretamente en 1989 (época en el que dicho Comité Central estaba totalmente minado de anticomunistas, reaccionarios y esbirros de la Escuela de Chicago – también denominados Chicago Boys), abrieron los archivos del Ministerio del Interior y de la Policía del Estado (NKVD),  para que un equipo de historiadores del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Rusia, dirigidos por Viktor Zemskov, los analizase al objeto de vilipendiar, todavía más, la figura de Stalin y su período de tal modo que los imperialistas asestasen, en su contienda ideológica contra el comunismo y la Unión Soviética, un golpe mortal, y justificar así el posterior golpe que pusiera fin a la URSS.

 

Zemskov y demás historiadores, de un corte ideológico alejado por completo del marxismo-leninismo, no pudieron más que claudicar ante los datos. En una entrevista aparecida en el periódico La Vanguardia en junio de 2001, Zemskov señalaba con respecto de dicho periodo, lo siguiente: “gracias a la estadística demográfica sabemos que en 1932 en Ucrania nacieron 782.000 y murieron 668.000, mientras que en 1933 nacieron 359.000 y murieron 1,3 millones, estas cifras incluyen la mortalidad natural, pero está claro que la primera causa de muerte esos años fue el hambre”. ¿Dónde están los millones de muertos que expresan Puigdemont, la Declaració del Parlament de ERC, CiU, PSC, ICV y PP, o de los medios de manipulación de masas del Capital?

 

El belga Ludo Martens, en su libro “Otra mirada sobre Stalin”, nos muestra cual es el origen de ese falseamiento de la historia: “La campaña lanzada por los nazis entre 1934-1935 sobre el tema del ‘genocidio’ bolchevique en Ucrania debía preparar los espíritus para la ‘liberación’ proyectada en Ucrania. Veremos más adelante por qué esta mentira ha sobrevivido a sus creadores nazis, para convertirse en un arma americana. He aquí cómo nacen las fábulas sobre los ‘millones de víctimas del estalinismo’ (…) El 18 de febrero de 1935, la prensa de Hearst comenzó la publicación de una serie de artículos de Thomas Walker (presentándolo como un ‘gran viajero y periodista, que atravesó la Unión Soviética durante muchos años’). La cabecera de la primera página del Chicago American, del 25 de febrero, llevaba un título inmenso: “EL HAMBRE EN LA URSS PRODUCE SEIS MILLONES DE MUERTOS. REQUISADAS LAS COSECHAS DE LOS CAMPESINOS. LOS HOMBRES Y LOS ANIMALES MUEREN” (…) En esta época, Louis Fischer trabajaba en Moscú para el periódico The Nation. El relato de su colega, un ilustre desconocido, le intrigó al más alto grado. Y emprendió algunas pesquisas de las que informó a los lectores de su periódico: «El señor Walker, nos informa que entró en Rusia en la primavera última, la primavera de 1934 pues. Vio el hambre. Fotografió a sus víctimas. Rindió sus cuentas de primera mano sobre los desastres del hambre que le destrozaban el corazón. Hoy, el hambre en Rusia es un tema muy candente. ¿Por qué, pues, el señor Hearst ha guardado estos artículos sensacionales durante 10 meses antes de publicarlos? He consultado a las autoridades soviéticas. Y resulta que este señor, recibió un «visa de tránsito» del consulado soviético en Londres, el 29 de septiembre. Entró en la URSS por la parte de Polonia en tren hasta Negoreloye, el 12 de octubre de 1934. Y, por lo tanto, no en primavera, como él dice. (…)  El día 13, llegó a Moscú. Se quedó en Moscú del sábado 13, hasta el jueves 18 y luego cogió el tren Transiberiano que lo dejó en la frontera entre la URSS y Manchuria el 25 de octubre de 1934… Es prácticamente imposible para el señor Walker, que en 5 días -comprendidos entre el 13 y el 18 de octubre-, pudiera recorrer ni un tercio de los puntos que «describe» sobre «su propia experiencia». Mi hipótesis es la de que tenía que haber permanecido mucho más tiempo para obtener de extranjeros antisoviéticos, el «color local» ucraniano del que tenía necesidad para poder dar a sus artículos la falsa verdad que poseen.» (…)  Fischer escribió a un amigo, también americano, Lindsay Parrott, que vivía en Ucrania desde principios del 1934. Éste último no había detectado ninguna de las secuelas del hambre de las que hablaba la prensa de Hearst. Por el contrario, la cosecha de 1933 fue muy abundante. Fischer termina: «La organización de Hearst y los nazis han iniciado una cooperación cada vez más estrecha. No he visto que la prensa de Hearst publique los escritos de M. Parrott sobre una Ucrania soviética próspera. Y sin embrago, M. Parrott es el corresponsal de M. Hearst en Moscú…» (Louis Fischer, Hearst’s Russian Famine, The Nation, vol.140, n° 36 12 de marzo 1935). (…) Debajo de una fotografía de una niña y de un niño esqueléticos, Walker escribió: «¡Horrible! Debajo de Jarkov, una niña muy delgada y su hermanito de dos años y medio. Este niño se arrastraba por tierra como un sapo y su pobre pequeño cuerpo estaba deformado por falta de nutrición, de tal forma que no parecía ni un ser humano». Douglas Tottle, sindicalista y periodista canadiense, buscó y encontró esta fotografía del niño-sapo, datada en la primavera de 1934… en una publicación de 1922 sobre el hambre. (…) El multimillonario William Randolph Hearst había tenido un encuentro con Hitler hacia finales del verano de 1934 para concluir con él un acuerdo que estipulaba que Alemania compraría en lo sucesivo sus noticias internacionales a la «International Mew Service», una sociedad perteneciente a Hearst. En esta época, la prensa nazi había ya emprendido una campaña sobre «el hambre en Ucrania». Hearst la reemprendió enseguida gracias a su gran explorador, el señor Walker (Tottle, p.13-15)”.

 

Zemskov, a la pregunta realizada sobre “¿Qué le parecen las cifras sobre represión y mortandad en la URSS barajadas durante la guerra fría?”, no dudó en responder que “de lo que se trataba era de desacreditar al adversario. La sovietología occidental afirmaba que 50 ó 60 millones habían sido víctimas de la represión, la colectivización, el hambre, etc. En 1976, Solzhenitsyn dijo que entre 1917 y 1959 en la URSS habían muerto 110 millones de personas. Es difícil comentar estas tonterías. La realidad es que la población del país fue aumentando por encima del 1%, superando el crecimiento demográfico de Inglaterra o Francia. En 1926 la URSS tenía 147 millones de habitantes, en 1937 162 millones y en 1939 170,5 millones. Los censos son fiables, y sus cifras son incompatibles con matanzas de decenas de millones.”.

 

Evidentemente, a Zemskov los capitalistas no lo pasean por los platós de televisión ni por los estudios de radio, como sí hacen con los fascistas que repiten como papagayos la propaganda nazi.

 

Y, por supuesto, ¡Ahí tenemos a los ‘demócratas’ del Parlament de Catalunya en 2007, y al convergente Puigdemont, repitiendo las campañas de propaganda de Hitler! ¡Ahí tenemos a Puigdemont dando cobertura al criminal nacionalismo ucraniano! ¡Ahí tenemos a los ‘demócratas’ repitiendo la propaganda nazi!

 

Es bueno comprobar que la forma de actuar de los nazis construyendo una mentira como el caso del holodomor, o hambrunas, en Ucrania entre 1932 y 1933, tiene un modus operandi idéntico a la construcción del argumento de las armas de destrucción masivas en Iraq, construcción hecha por los fascistas Bush, Blair y Aznar; las mentiras que vierten sobre Venezuela, Cuba, o últimamente sobre Siria. Crean mentiras, utilizan sus medios de manipulación de masas y esbirros, que son mal llamados periodistas, como altavoces al objeto de justificar sus guerras imperialistas, sus golpes de estado y sus crímenes.

 

Es característico del fascismo el revisionismo histórico, el anticomunismo y el chovinismo, cualidades todas ellas que Puigdemont ha acreditado poseer con sus mensajes emitidos en las redes sociales. Puigdemont, al igual que el resto de la burguesía, antes de hablar de Lenin, Stalin o la Unión Soviética, deben limpiarse sus sucias bocas.

 

La nación catalana tiene derecho a ejercer su derecho democrático a la autodeterminación y, si así lo determina, también a su separación completa. De hecho, dicho pueblo de manera ejemplar dio una lección el pasado 1 de octubre de 2017, confrontándose a la represión brutal del Estado, decidiendo conformar un estado propio independiente. Decisión que ha retratado a todos, incluido Puigdemont y, sobre todo, al corrompido estado español.

 

Sin embargo, lo que está pasando en Cataluña, no es nuevo. La burguesía catalana ha chalaneado siempre con la nación catalana como fórmula para obtener prebendas para dicha clase social, que no para la clase obrera, algo en lo que el corrupto partido de Puigdemont ha sido experto durante estas cuatro décadas. El nacionalismo catalán no ha tenido problemas para venderse a los fascistas españoles – ya fuera PSOE o PP – estando plenamente integrados en el Estado y, por tanto, en su corrupción. Sin embargo, la crisis económica ha socavado dicho estatus, llevando a la burguesía catalana a la necesidad de establecer otro marco para mantener sus privilegios que la burguesía monopolista española – donde están integrados los monopolios radicados en Cataluña – no ha aceptado, entre otras cosas, como consecuencia de su bancarrota económica.

 

Puigdemont, lejos de ser un patriota catalán es, ante todo, un burgués. Y, por tanto, para él, el interés de su clase social está por encima de todo. De hecho, Convergència, hoy PdeCAT, es responsable directa de la situación política no sólo de Cataluña, sino del conjunto del Estado.

 

Las enseñanzas de Lenin tienen plena vigencia. ¡A los obreros catalanes!

 

Lenin nos alecciona ante personajes como Puigdemont, y cómo actúan políticamente. En “La Clase obrera y la cuestión nacional” de mayo de 1913, Lenin nos contextualiza esta cuestión en Rusia:

 

Rusia es un país abigarrado en el aspecto nacional. La política gubernamental, la política de los terratenientes apoyados por la burguesía, está penetrada hasta la médula del nacionalismo de las centurias negras.

 

Esta política dirige su filo contra la mayoría de los pueblos de Rusia, que constituyen la mayoría de su población. Al mismo tiempo, levanta cabeza el nacionalismo burgués de otras naciones (polaca, hebrea, ucraniana, georgiana, etc.) pretendiendo desviar a la clase obrera de sus grandes tareas universales con la lucha nacional o con la lucha por la cultura nacional.

 

Sin duda, esta contextualización de Rusia tiene paralelismos con la realidad que acontece hoy en el estado español. Estamos en la misma fase capitalista, la fase de imperialismo o capitalismo monopolista y putrefacto, estamos ante un choque de fracciones de la burguesía, donde éstas utilizan el nacionalismo burgués para fraccionar y desviar al proletariado del cumplimiento de su misión histórica, la conquista del socialismo.

 

En el precitado texto, Lenin nos radiografía perfectamente a la burguesía en la fase de imperialismo, y cómo emplea el nacionalismo para corromper a la clase obrera:  “Cuando la burguesía luchaba por la libertad junto con el pueblo, junto con los trabajadores, defendía la plena libertad y la plena igualdad de derechos de las naciones (…) Ahora, la burguesía teme a los obreros, busca la alianza con los Purishkévich, con la reacción, traiciona a la democracia, defiende la opresión o la desigualdad de las naciones y corrompe a los obreros con consignas nacionalistas. (…) En nuestros días, sólo el proletariado defiende la verdadera libertad de las naciones y la unidad de los obreros de todas las naciones”.

 

La burguesía hoy, en la fase de imperialismo, no lucha junto al pueblo sino en contra de los pueblos para sostener la dictadura de los monopolios. En la fase de imperialismo, y con su desarrollo, la burguesía tiene que apostarlo todo a la reacción, al fascismo. Podemos ver que, tanto nacionalistas españoles como catalanes, abrazan el proyecto imperialista europeo, abrazan a la fascista Ucrania, son fieles esbirros del sionismo y contrarios a naciones oprimidas como Palestina, apoyan las guerras imperialistas y, por supuesto, miran hacia otro lado ante genocidios como el que se está produciendo en Yemen, genocidio tras el cual están Gran Bretaña, EEUU e Israel.  Y es que la vinculación de los dirigentes políticos de la burguesía catalana – Puigdemont, Pujol, Mas, Pilar Rahola, etc. – con el sionismo es estrecha, demostrándose que la burguesía catalana no defiende la verdadera libertad de las naciones oprimidas, no dudando en ponerse de parte de los genocidas sionistas y norteamericanos.

 

De hecho, lo que la burguesía es – de defensa de sus sucios intereses, de defensa de la opresión y la desigualdad entre las naciones – lo refleja perfectamente el PNV, y lo ha sentido en sus propias carnes el propio Puigdemont. Urkullu no dudó en interceder a favor de Rajoy para que Puigdemont no realizara la DUI y convocase elecciones en octubre de 2017, esto es, defender los intereses del estado opresor para obtener posteriores prebendas de éste. Posteriormente, en noviembre de 2017, el Parlamento Vasco – donde las fuerzas nacionalistas vascas representan más del 60% del conjunto de  los diputados – rechazó reconocer la República Catalana  por la abstención del PNV; de tal modo que los diputados nacionalistas de una nación oprimida, como la vasca,  por el estado español, se puso de parte de su opresor y en contra de una nación hermana oprimida como es Cataluña; al igual que hizo el partido de Puigdemont, Convergència, y el PP en el Parlament, en julio de 2014, donde rechazaron el derecho a la autodeterminación de naciones oprimidas como son Palestina o el Sahara Occidental.

 

Lenin nos demuestra, con claridad meridiana, que únicamente la clase obrera, unida en base al principio de clase, de su internacionalismo proletario, conseguirá no sólo su emancipación como clase, sino también la emancipación de todas las naciones, de la mano del socialismo: “Para que las distintas naciones convivan o se separen (cuando más les convenga) libre y pacíficamente, formando diferentes Estados, es necesaria la plena democracia, defendida por la clase obrera. ¡Ni un solo privilegio para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la más mínima vejación, ni la más mínima injusticia con ninguna minoría nacional!: tal es el principio de la democracia obrera (…) Los capitalistas y los terratenientes quieren a todo trance desunir a los obreros de distintas naciones; pero ellos, los poderosos del mundo, conviven entre sí perfectamente, como accionistas de ‘negocios’ (…) que proporcionan millones de rublos de beneficios: ortodoxos y hebreos, rusos y alemanes, polacos y ucranianos, cuantos tienen capital, explotan unidos a los obreros de todas las naciones (…) Los obreros conscientes están a favor de la plena unidad de los obreros de todas las naciones en las organizaciones obreras de cualquier índole (…) Los obreros crean en todo el mundo su cultura internacional, que han venido preparando desde hace mucho los defensores de la libertad y los enemigos de la opresión. Al viejo mundo, al mundo de la opresión nacional de las discordias nacionales o del aislamiento nacional, los obreros oponen el nuevo mundo de la unidad de los trabajadores de todas las naciones, en el que no hay lugar para ningún privilegio ni para la menor opresión del hombre por el hombre”.

 

El pueblo catalán ha demostrado una altura enorme, combatiendo la opresión nacional del estado español los días 1 y 3 de octubre de 2017, en innumerables manifestaciones, en los 11 de setembre, organizándose en los Comités de Defensa de la República mientras, sin embargo, los partidos de la burguesía catalana estaban más pendientes de sus intereses electorales y sus tejemanejes parlamentarios que de hacer efectivo el mandato del 1 de octubre.

 

La emancipación nacional de Cataluña jamás vendrá de la mano de los imperialistas, de la burguesía, ni de oportunistas reaccionarios como Mas, Bonvehí, Puigdemont, Rahola o Tardà, que lo único que persiguen es el mantenimiento de sus privilegios, no dudando en vender su alma a cambio de sus prebendas, importándoles bien poco todo lo demás. La emancipación nacional de Cataluña únicamente vendrá de la lucha consciente del proletariado catalán por su emancipación como clase social, luchando por el socialismo y por el derrocamiento del capitalismo monopolista y putrefacto, unido con el proletariado del resto de las naciones del Estado. Es la emancipación de clase la que provocará la emancipación de todas las naciones oprimidas por el fascista estado español y no al revés. Al obrero catalán, vasco, gallego o español no nos une la nacionalidad, nos une nuestra condición de clase que es un vínculo mucho más fuerte que el de la nacionalidad, y somos la única clase que puede cambiar este mundo caduco donde la desigualdad y la opresión son ley.

 

El PCOE defiende, y siempre lo ha hecho, el derecho a la autodeterminación y a la separación de la nación catalana y de las naciones oprimidas. El pasado 1 de octubre, apoyando a nuestro partido hermano, el PCOC, defendimos el referéndum con el pueblo, nuestros camaradas trabajan dentro de los CDR y seguimos exigiendo que se haga efectivo el mandato del 1º de Octubre. Estamos con el pueblo trabajador para mostrarle que el 1º de Octubre sólo se hará efectivo con la lucha obrera por el socialismo, mandando a los oportunistas y a los reaccionarios burgueses y su sistema al estercolero de la historia. Sólo el socialismo es la salida a este Estado opresor y corrupto, sólo el socialismo garantiza el fin de la opresión y la emancipación nacional de los pueblos oprimidos.

 

¡ABAJO LOS REACCIONARIOS Y LOS FASCISTAS!

 

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

 

¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS!

 

Madrid, 26 de noviembre de 2018.

 

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)




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