Durante más de 10 años la Atención Primaria de Salud en Cantabria ha sufrido una sucesión de recortes presupuestarios impuestos por los sucesivos gobiernos autonómicos, que han supuesto un gran deterioro de la misma y que la han dejado en una situación muy preocupante. Durante la pandemia, en el año 2021, el Servicio Cántabro de Salud, con acuerdo del gobierno del presidente Miguel Ángel Revilla, exigió recortes de un valor de hasta 10 millones de euros en la financiación de la Atención Primaria, que se han traducido en un menor número de plazas de profesionales de la salud y en el cierre de consultorios. Todo ello ha repercutido en una sobrecarga de trabajo, agudizada por la situación de pandemia, y en unas peores condiciones laborales para los trabajadores sanitarios de la Atención Primaria. Las carencias en el número de profesionales y la precariedad laboral han derivado, más allá de los perjuicios directos contra los derechos laborales de los trabajadores de la salud, en un peor acceso y calidad de los servicios de prevención de enfermedades y de promoción de la salud ofrecidos a la clase trabajadora.
A su vez, hay que sumar la privatización, vía externalizaciones, de los servicios no sanitarios en la región, destacando la privatización de los servicios de limpieza, lavandería, ambulancias, mantenimiento, seguridad y catering del Hospital Marqués de Valdecilla -que, por su número de empleados, constituye la mayor empresa de Cantabria- desde 2012 por el gobierno del PP, que ha repercutido en el despido de una parte sustancial de la plantilla dedicada a estos servicios, en la merma de las condiciones laborales de los trabajadores, en la degradación de los servicios, y en una serie de sobrecostes que han constituido una serie de ganancias sustanciales en favor de la burguesía propietaria y accionista de las empresas concesionarias a expensas del erario público.
Ante esta situación, los médicos de la Atención Primaria han convocado una huelga indefinida con el objetivo principal de aumentar el número de efectivos de trabajadores sanitarios, para tratar de aliviar la sobrecarga de trabajo que repercute en la degradación de tanto las condiciones laborales de los profesionales como de la calidad del servicio sanitario. Asimismo, exigen la reducción de la temporalidad entre la plantilla, a fin de asegurar la estabilidad laboral y reducir los continuos traslados a los que se ven sometidos los trabajadores temporales, y también reivindican garantizar el derecho de la población a disponer de un profesional sanitario de referencia en la Atención Primaria. Ante estas justas demandas, el ejecutivo de Revilla se ha negado en las negociaciones a revertir los recortes y, con el propósito de boicotear la huelga en el sector, ha aprobado un decreto de servicios mínimos del 50%, incluso aun cuando existen antecedentes jurídicos de condenas emitidas por los tribunales del Estados burgués contra la administración pública por decretos análogos que socavaban el derecho a la huelga.
La situación actual de la sanidad en Cantabria es la enésima prueba de que es imposible para la clase trabajadora disfrutar de una vida digna bajo la dominación de la burguesía. La clase dominante busca una nueva vía de lucro mediante la explotación de los trabajadores sanitarios, a la que accede a través de la externalización y la privatización. Asimismo, la burguesía solo se preocupa de la ausencia de salud de los trabajadores en cuanto ésta amenaza el ciclo de reproducción de capital; por tanto, a ojos de los burgueses y de sus representantes políticos, cualquier gasto en sanidad que no vaya dirigido a hacer viable la explotación de la clase trabajadora es considerado un “gasto superfluo”. A cada día que pasa, se disipa poco a poco la ilusión de que el Estado, mal apodado “de Bienestar”, garantizará unas mínimas garantías de salud -como de otros servicios sociales- a la población en el futuro. Los diferentes gobiernos autonómicos de diferente signo, en acuerdo con los gobiernos nacionales tienen las manos manchadas de sangre, pues por aumentar las ganancias de la burguesía, no dudan en sacrificar cuantos miembros de la clase trabajadora sean necesarios con cada nueva privatización y recorte en el sistema sanitario.
Las justas reivindicaciones de los médicos de Atención primaria caerán en saco roto mientras la clase trabajadora no comprenda que las luchas aisladas están condenadas al fracaso, y que la única salida es la unificación de todas las luchas en una única lucha de clases contra este sistema y su Estado. La lucha de estos trabajadores es la misma lucha que la de los pensionistas contra la privatización de las pensiones o que la de los trabajadores del metal por un convenio, es la lucha de la clase obrera contra la opresión de la burguesía y como una sola lucha debemos afrontarla estando organizados.
La organización del pueblo en las asambleas del Frente Único del Pueblo es hoy una necesidad para hacer frente al orden burgués actual. Sólo de esta forma podremos tumbar el capitalismo y construir el socialismo. Sólo gobernando nosotros, los que trabajamos, conseguiremos que la sanidad ocupe la importancia que se merece y, por ende, colocaremos al ser humano en el centro de todas las necesidades.
Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en Cantabria